“Se llevaron a mi chica a la cárcel de Holloway, era una dama cuando entró, ahora está presa y me echa la bronca todo el rato”, cantaban los Kinks en «Holloway Jail», una de las canciones de su legendario álbum ‘Muswell Hillbillies’. Probablemente Ray Davies tenía en mente a Myra Hindley, una de las criminales más célebres que pasó por dicha penitenciaría, cuando escribió la canción. Durante décadas, la prisión de mujeres de Holloway, en Islington, fue una habitual referencia pop de igual manera que la Modelo o la cárcel de Carabanchel pudieron serlo en España. Un lugar por donde pasaron algunas de las mujeres más peligrosas del Reino Unido, pero también luchadoras por los derechos femeninos.
Esta misma semana, el conservador George Obsorne anunció el cierre definitivo de la prisión (conocida popularmente como Holloway Castle), que abrió sus puertas en el año 1852 ante la demanda de una cárcel en la que también pudiesen entrar mujeres, en plena época victoriana. El político adujo que su antigüedad ha provocado que ya no cumpla con los requisitos de las cárceles modernas, aunque también es probable que su situación en uno de los barrios más gentrificados de la capital inglesa, no muy lejos del Emirates Stadium, haya influido en la decisión.
Los Kinks no fueron los únicos en dedicar una canción a la cárcel. Marillioncantaban en «Holloway Girl» lo siguiente: “como una aguja en un pajar la verdad es disfrazada en un reino construido con locura y mentiras”. Dada la concepción que durante décadas existió de las presas, en especial aquellas conproblemas mentales, y las cinco ejecuciones por ahorcamiento que tuvieron lugar entre sus muros, es muy probable que Holloway fuese uno de los lugares más horribles sobre la faz de la tierra durante mucho tiempo… a pesar de encontrarse a la vista de todos los londinenses. Estas son algunas de sus inquilinas más célebres.
Ruth Ellis
El 13 de julio de 1955, esta joven de 28 años pasó a la historia inglesa como la última mujer ejecutada. Un dudoso honor que se granjeó por el asesinato de su amante, David Blakely. A pesar de sus orígenes humildes, Ellis alternaba a menudo en la alta sociedad, apareció en un breve papel en la película ‘Lady Godiva Rides Again’ y acumuló una larga lista de amantes, entre los que se encontraba un dentista divorciado llamado George Ellis, con el que terminaría casándose.
Ellis, que desde 1953 dirigía un club nocturno, se había quedado embarazada de Blakely, un piloto más joven. Sin embargo, la relación fue cada vez más tormentosa, hasta el punto de que Blakely llegó a causar un aborto a Ellis tras golpearla en el estómago, celoso por sus constantes infidelidades. Ellis acabaría con la vida de su amante después de dispararle cinco veces mientras buscaba las llaves de su coche a la puerta del pub Magdala (los balazos aún pueden verse en la calle) y se entregó sin rechistar poco después. Su ajusticiamiento causaría una gran controversia en el Reino Unido y provocó que el escritor Raymond Chandler dijese de él en una carta a ‘The Evening Standard’ que representaba “la brutalidad medieval de la ley”.
Sufragistas
El lado brillante (u oscuro, según se vea) de la historia. Durante las primeras décadas del pasado siglo, Holloway fue la cárcel donde dieron a parar con sus huesos un gran número de mujeres que reivindicaban el derecho al voto femenino. Allí ninguna contaba con la condición de presas políticas, sino que eran tratadas como presas comunes. Por ello, el 5 de julio de 1909, la sufragista Marion Wallace Dunlop decidió hacer huelga de hambre, con lo que consiguió ser liberada tres días y medio después.
Otras presas la imitaron. Sin embargo, el gobierno, al darse cuenta del efecto imitativo que había generado, empezó a forzar su alimentación a través de un tubo que introducían por su boca o nariz, lo que ocasionaba daños irreversibles que incluso podían llegar a causarles la muerte en el caso de que la comida fuese introducida por los pulmones. Las sufragistas fueron las pioneras en adoptar una estrategia de protesta que sería imitada a lo largo de todo el siglo XX, después de que en 1913 se obligase por ley la liberación de las presas enfermas. Desde entonces, Holloway se convirtió en un símbolo de la luchapor los derechos de las mujeres.
Myra Hindley
La imagen de Myra Hindley desafiando a la cámara se ha convertido casi en un icono popular. La joven protagonizó junto a su novio Ian Brady uno de los crímenes en serie perpetrados en pareja más celebres del siglo XX, después desecuestrar, violar y torturar a tres niños y dos adolescentes entre 1963 y 1965. Estudiosos del nazismo y aspirantes a actores pornográficos, Hindley y Brady terminaron siendo conocidos como “los asesinos del páramo”. Hindley corrió mejor suerte que Ellis, ya que la pena de muerte fue abolida mientras esperaban al veredicto final.
La mujer, de armas tomar, intentó escapar de Holloway en 1973, cuando planeó escapar con Brady a Brasil con la ayuda de un cómplice que conseguiría copias de las llaves de la cárcel. Sin embargo, el paquete sería interceptado y la criminal moriría entre rejas en 2002 (en la cárcel de Suffolk, no en Holloway) tras un ataque al corazón. Brady sigue vivo.
Diana Mitford
Otra carismática archivillana que pasó por Holloway, Diana Mitford(o Lady Mosley) fue encerrada durante la Segunda Guerra Mundial por su amistad con Adolf Hitler y estar casada con Oswald Mosley, el fundador de la Unión Británica de Fascistas. Esta “nazi impertinente y encantadora”, como fue denominada por ‘The Daily Telegraph’, vivió junto a su marido en una pequeña cabaña en el patio de la prisión, antes de ser liberados en 1943, gracias a su amistad conWinston Churchill. No sólo eso, sino que se le permitió tener su propio servicio entre rejas, compuesto por las desafortunadas presas que coincidieron con ella en prisión.
Las madres postizas de Finchley
Las dos primeras mujeres en ser ejecutadas en Holloway fueron Amelia Sachy Annie Walters, que se encargaban de acabar con la vida de los bebés no deseados del norte de Londres envenenándolos. La mayor parte de ellos, que probablemente se contaron por docenas, eran los hijos de los sirvientes del hogar cuyos amos deseaban solucionar el problema de manera discreta. A pesar de que algunas de sus vecinas intentaron que simplemente se les condenase a cadena perpetua, el 3 de febrero de 1903 fueron ahorcadas porHenry Pierrepoint, el verdugo de la cárcel. Como el resto de condenadas a muerte, los cadáveres de las dos mujeres serían enterrados en tumbas sin ninguna inscripción.