Se teme que las rocas que pasarán durante siete horas puedan impactar contra los satélites y naves que orbitan la Tierra.
El 8 de octubre del próximo año un enjambre de meteoritos transitará por el espacio durante cerca de siete horas. Aunque ya han ocurrido dos eventos similares, uno en 1985 y otro en 1998, y se han registrado varios más pequeños cada otoño, se cree que esta vez la tormenta de rocas será muchísimo más fuerte e incluso podría impactar a la Estación Espacial Internacional, al Telescopio Hubble y al resto de satélites y naves que orbitan la Tierra.
Si los cálculos de los científicos de la Nasa son precisos, resulta indispensable comenzar a tomar medidas para prevenir los daños que pueda ocasionar este evento. En tal sentido la Nasa está evaluando la posibilidad, si así lo amerita la fuerza y crudeza de la lluvia de meteoritos, de reorientar la Estación Espacial Internacional, aunque ésta cuenta con un escudo contra rocas espaciales. El problema es que si el impacto es muy fuerte, éste podría no ser suficiente para protegerla.
William Cooke, del Centro de Vuelo Espacial Marshall, explica que de acuerdo con los cálculos hechos ese día se espera “un pico de varios cientos de moscardones espaciales por hora”. Pero advierte que aún se desconoce hasta qué punto éstos tienen la capacidad de dañar las naves y satélites que rodean nuestro planeta. Lo que sí sabemos, asegura, es que así como ha ocurrido en el pasado, “es muy probable que no se presenten anomalías eléctricas. Sin embargo, “más vale prevenir. Por eso esta próxima tormenta no debe ser ignorada”.
Desde la Tierra, esta lluvia de meteoritos será un espectáculo increíble. Claro que no va a ser visible en todos los lugares del globo terráqueo debido a la nubosidad. En las semanas previas a este evento la Nasa dará a conocer los países y ciudades en donde se podrá disfrutar. Entre tanto, sus científicos están concentrados en establecer todas las probabilidades del impacto que tendrían estas rocas sobre nuestro planeta y sus alrededores.
Según Cooke, cada nave o satélite tiene distintos umbrales de daño y por eso invita a cada uno de sus programadores a determinar si es necesario preparar estrategias de defensa. Y concluye aseverando que “si te impacta un meteoro esporádico, es mala suerte. Pero si lo hace una lluvia de meteoros, es negligencia”.
Fuente: www.elespectador.com