La banda de Maipú, “Alawaite”, no son los típicos cabros “pintosos”, vestidos a la moda, con melodías melosas y coros pegajosos, de esos que les cantan al amor y que buscan derretir a las “chiquillas”. Son tipos movidos, con un discurso, con una propuesta musical atrevida, con una mirada crítica y letras conscientes. Son, realmente, un grupo contra hegemónico.
Con una tocata en el galpón Alameda, Alawaite celebró sus tres años de existencia. El grupo que integra guitarras eléctricas, congas y trutrukas tocó para los que los quisieran escuchar, el pasado sábado 3 de julio, junto a amigos y conocidos. Los pocos congregados, no más de cuarenta, pudieron disfrutar de más de tres horas de presentación junto a la banda telonera “Napas Subterráneas”, de estilo similar.
Alawaite nació a partir de un grupo de amigos de Maipú, que de boliche en boliche se dieron cuenta que tocaban distintos instrumentos y compartían las mismas inquietudes, tanto políticas como musicales. De ahí, la cosa fue ensayar y seguir tirando para arriba, tocando en distintos lugares de la comuna. De hecho, su primera presentación fue en el mítico Panguipulli, célebre para todos los oriundos de la zona, de la “movida under”.
Su música es una extraña pero potente mezcla de guitarras con riffs entre metaleros y punks, de la mano de Sebastián “noutbuck” y Maury Ceitelis, el primero viste una camiseta de fútbol y pasamontaña, y el segundo de huaso -“chupaya” y poncho incluidos-, quien además de los solos le hace a la armónica, batería de 123 “Braulio” Andrés, Manolo-Manolo el bajo, “Mosila” en voz, teclado y trutruka y “Rendi” Andrés en percusión, que incluye conga y bongós. Esta fusión de instrumentos genera un estilo que mezcla rock del duro con tintes mapuches, pasando por letras rapeadas y solos de congas.
El discurso del grupo es de realidad; es el de los marginados; de los que trabajan por el sueldo mínimo y se les va en la micro; de los perros callejeros; de los que les cuesta hacerla, y que al hacerla, salen para atrás. “Hay mucha gente que toca por plata o por ego, nosotros queremos ser un aporte para la sociedad, queremos que empiece a picar el bichito de pensar un poquito en la identidad cultural” fue el discurso inaugural en voz del Mauri.
Y entre los temas, hicieron alusión a lo mismo, a despertar ante todos esos temas que se ocultan a diario. Con un discurso entusiasta, hicieron alusión en repetidas ocasiones a este medio de comunicación: “¡El Ciudadano, cabros, es de esos diarios que hay que leer porque hacen pensar!”, convocaron desde la tarima.
El grupo tiene claras influencias extranjeras, y ellos mismos los reconocen, para qué ocultarlo, dicen, “desde chicos nos bombardean los gringos desde todas partes y es imposible desligarse de eso”, y para qué, la mezcla de estas influencias con una propuesta original, sobra decirlo, da buenos resultados.
Este es, en fin, un grupo que quiere dirigirse al “chileno esforzado, al chileno trabajador”, como cerraba el discurso de presentación.
Por Sebastián Fierro
El Ciudadano