“Aspiramos a un mundo respetuoso de los derechos humanos. En particular aspiramos a que los pueblos y las comunidades locales puedan definir su propio destino en un marco de diversidad, solidaridad y reciprocidad”.
“Esperamos contribuir a las transformaciones sociales, culturales e institucionales de Chile y la región mediante la promoción de una ciudadanía activa e intercultural de modo de permitir que los pueblos, las comunidades locales y las personas ejerzan sus derechos humanos en un contexto de diversidad, reciprocidad y respeto”.
El Observatorio Ciudadano es una organización no gubernamental de defensa, promoción y documentación de los derechos humanos. Fue creado en septiembre de 2004, en la ciudad de Temuco, como Observatorio de Derechos de los Pueblos Indígenas, por un grupo de ciudadanos de distintos lugares del país, diversas profesiones y procedencia étnica.
El trabajo desarrollado hasta hoy ha sido plural, multidisciplinario y marcado por una relación interétnica que nos permite asumir nuevos desafíos. A contar de julio de 2008 somos el Observatorio Ciudadano, una organización que aprende y crece de sus experiencias y se enfrenta a la realidad actual del país, siempre guiada por los lineamientos contenidos en los instrumentos internacionales de derechos humanos y de derechos de los pueblos indígenas vigentes.
NUESTROS OBJETIVOS
• Promoción de los derechos humanos, con énfasis en los derechos de los pueblos y de las comunidades locales.
• Documentación, investigación, denuncia y seguimiento de situaciones de violación de derechos humanos que afectan a los pueblos y comunidades locales, con énfasis en los derechos colectivos.
• Acompañamiento y defensa de los pueblos y comunidades locales, orientadas a la protección de sus derechos humanos.
Si desea comunicarse con el Observatorio Ciudadano
Dirección: Antonio Varas 428, Temuco, Chile
Fono +56 (45) 21963 – Fax +56 (45) 741550
[email protected]
RECONSTRUIR CHILE
Dos grandes movimientos, uno de la tierra y el mar, y otro en la política, marcarán la pauta del año del bicentenario, donde la palabra reconstrucción se ha instalando en su concepción material e inmaterial. Diversas iniciativas sociales y comunitarias han promovido una reconstrucción participativa, social, con identidad y sustentable. Donde no solo se rehacen casas e infraestructura comunitaria y productiva, también se reconstruyen procesos locales, territoriales y nacionales que aportan al país. Ese país que se desnudó con el terremoto y maremoto del pasado 27 de febrero.
Con el sismo, Chile evidenció limitaciones institucionales y lo perverso de su modelo de desarrollo. La inoperancia de sus servicios de emergencia y de sus fuerzas armadas ante la urgencia inmediata. Una reconstrucción, donde quienes han sembrado este país desigual y saqueado sus recursos, se quieren enarbolar como sus protagonistas.
El gobierno de Piñera se ha visto obligado a cambiar su agenda frente a la catástrofe natural, pero, como buen empresario, sabe leer y decidir rápidamente dónde están las oportunidades de negocio de esta necesaria reconstrucción. Con los principales grupos económicos y las actividades productivas más lucrativas del país, representados por los ministros y autoridades regionales designadas.
Chile entra a su bicentenario con muchas deudas. Una desigual distribución de su riqueza, una constitución política que mantiene aún el sello de la dictadura militar, un listado de incumplimientos y recomendaciones que saldar en materia de derechos humanos y un traje discriminatorio, y muchas veces racista, que no le permite dialogar con sus pueblos originarios. Los pueblos que ya estaban aquí, antes de la república y la colonia.
Apostar por procesos de reconstrucción social, es un desafío que requiere constancia. Esperamos que estas labores de reconstrucción con alta participación social puedan consolidarse en el tiempo, para evitar un derrumbe mayor de un país ya desmovilizado y desencantado de la política. El voluntariado que recorre pueblos haciendo casas, aquellos que levantan comités de reconstrucción local o apoyan la gestión de municipios u organizaciones territoriales son indicios de que también existe el país que sueña con otra reconstrucción.
En este Observador, que publicamos junto a El Ciudadano N°80 (mayo 2010), queremos compartir aquellos temas sobre los cuales creemos es necesario reconstruir, así como colaborar con la reflexión desde las experiencias, promover la acción con herramientas técnicas y apoyar la organización desde la interculturalidad. La Conferencia Mundial de los Pueblos en Cochabamba y la situación de los migrantes en Chile, son parte de estos nuevos temas que no requieren un sismo para explicarse, sino que ampliar la mirada al desafío aún mayor que nos plantea la reconstrucción.
El Ciudadano