El mexicano Enrique Metinides fotografía accicdentes y escenas de crimen en México DF. En su trayectoria de más de 50 años como fotoperiodista, lo atropellaron dos veces, cuenta con siete costillas rotas, dos infartos, un dedo roto, 19 choques automovilísticos, entre otros accidentes menores a la hora de trabajar, pero logró tomas como ningún otro fotógrafo y en ellas plasmó a uno de los personajes más emblemáticos de sus fotos, el voyeur.
Una joven novia que llora ocultando el rostro al lado del cuerpo su novio, apuñalado mortalmente en un atraco en 1995.
Retratista de asesinatos, choques, accidentes, suicidios, incendios y desastres, Metinides ha recibido gran cantidad de reconocimientos por el despliegue de humanidad con que desarrolló su trabajo. A los 12 ya había retratado a su primer cadáver.
Ciudad de México, 20 de abril de 1979. «Adela Legarreta Rivas era una periodista mexicana, había convocado una conferencia de prensa para aquel día durante la que iba a presentar su último libro. Por la mañana, había ido a la peluquería para que la peinaran y le hicieran la manicura. En el camino de vuelta a su casa, falleció arrolada por un Datsun blanco, en la Avenida Chapultepec. Esta fotografía no es la que publicaron los periódicos al día siguiente. A menudo las imágenes que más tarde demostraban ser más importantes no eran las elegidas por los editores de los diarios».
Autopista de Querretoro, septiembre de 1967: «Los trabajadores de la Cruz Roja auxilian en un accidente a una joven que se dirigía a una fiesta».
Ciudad de México, 1966. «Esta mujer no tenía suficiente dinero para comprar una caja mortuoria para su hijo. Acudió a una tienda de ataúdes y empezó a rezar y a pedir ayuda. Al cabo de un tiempo, se vio rodeada de gente. Entre todos reunieron algo de dinero».
El hotel Regis, en el centro de México D.F., tras el terremoto de 1985.
Ciudad de México 1960. «Alguien arrojó el cuerpo de este hombre asesinado en el canal de Xochimilco. El socorrista atado a un cabo por su propia seguridad, nadó hasta llegar al cadáver. En la orilla opuesta se puede ver a los curiosos, reflejados en el agua».
México DF, mayo de 1969: «Cientos de personas se reúnen para mirar a un autobus volcado que cayó en el río San Esteban tras fallarle los frenos en el camino entre la Ciudad de México y Huixquilucan. Dentro se encontraban 23 niños gritando. Cuando levantaron el autobus, descubrieron el cuerpo de un niño muerto que había caído por una ventana abierta».
Ciudad de México, 1967. «Vi cómo estos jóvenes estadounidenses disfrutaban en pleno desastre natural. Practicaban surf agarrados a un automóvil en una repentina inundación que se producía en la esquina de las calles Horacio y Presidente Masaryk».