El arte de conservar semillas de los pueblos a través de relatos de mujeres mapuche

-En las huertas, las ceremonias son cotidianas, definidas por los ciclos lunares, las siembras y trasplantes, acompañadas de oraciones, peticiones o palabras de bienvenida a la nueva planta.

El arte de conservar semillas de los pueblos a través de relatos de mujeres mapuche

Autor: Ana Mourás

Las semillas, han desafiado el concepto de agricultura tradicional como un simple museo vivo; son un permanente reto a la clasificación y a menudo responden a un cuidadoso proceso de selección, observación y análisis de las características que van desarrollando las semillas y las plantas en un determinado lugar.

Los testimonios de las mujeres curadoras de semillas y sus experiencias al descubrimiento o la toma de conciencia del oficio son similares. Muchas empezaron en la infancia, desde la curiosidad y la reafirmación cultural.

Las mujeres curadoras de semilla fueron guiadas por algún miembro de sus familias (madres, abuelas o suegras).

“Mi trabajo con las plantas y semillas lo aprendí de mi mamita, como también aprendí a conocer las hierbas medicinales para la salud. Yo aprendí de niña, mi madre me enseñó a trabajar en la huerta… como era la mayor también. Estas enseñanzas, sobre todo las que tienen que ver con las semillas de la huerta y chacra, así también se las he enseñado a mi hija mayor que está conmigo, igual como lo hacía mi mamita conmigo y ella también le enseña a mi nieta” (Marta Antinao Ríos, comunidad Nicolás Ailio II, Gorbea).

Es común ver reproducciones de las huertas de la comunidad, ocultas entre jardines y patios al interior de los barrios, la señora Marcelina cuenta al respecto:

“Desde niña que me gusta la huerta (…) a mi mami siempre le gustó la huerta, ella sembraba aun cuando no teníamos agua donde vivíamos, teníamos que ir a buscar lejos el agua (…) Yo les enseñé a mis chiquillas, aunque ellas ahora están en el pueblo, pero siempre en una esquinita de la casa plantan. Salieron buenas huerteras” (Marcelina Ailiao Naipio, comunidad Nicolás Ailio II, Gorbea).

Conversar o cantarles cuando las plantas crecen, es una práctica cotidiana en las huertas campesinas. Podarlas o cuidarlas dentro del invernadero o plantarlas en un terreno agrestre, son manejos que permiten ir adaptando la planta a distintas realidades de la comunidad. La señora Cecilia afirma al respecto:

“Con la herencia de mi madre me fui planificando y usando las mismas hierbas de aquí en el campo que están a mano, eso fue sensacional. Del cuidado de las plantas me gusta que no tengan las hojas amarillas, conocer las plantas según su variedad, que estén bien ubicadas, que estén a gusto. Les converso, porque cuando no están bien se ponen tristes, se revelan, no crecen, se atormentan” (María Cecilia Ailio Pilquinao, comunidad Nicolás Ailio II, Gorbea).

Las mujeres campesinas, tienen un rol fundamental, ya que son ellas quienes han desarrollado un minucioso y silencioso trabajo que ha permitido conservar, recrear y sobre todo defender el arte de curar semillas.

Información extraída del libro “Curadoras de semillas”, de los editores Cristián Peralta y Max Thomet.

Por Francisca Arriagada.
El Ciudadano


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