A través del Boletín Oficial, el Ejecutivo argentino publicó la conformación del Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM), que disuelve a la Afsca y Aftic, entes reguladores del cumplimiento de la Ley. A su vez, también se modificaron artículos claves de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
El espíritu poco democrático de Macri no tardó en hacerse notar en Argentina: en menos de un mes ya lleva firmado decenas de decretos (algunos de necesidad y urgencia, otros regulares), con la excusa de «no tener Congreso», ya que éste se encuentra en receso.
Dicho argumento se cae por su propio peso: Macri tenía la facultad de llamar a sesiones extraordinarias y discutir en el parlamento, junto al resto de la oposición, las nuevas medidas que viene tomando.
En ese sentido, el apuro de Macri por modificar la Ley de Medios no es menor: el líder de Cambiemos parece tener urgencia en devolver favores políticos y económicos a los grandes medios de comunicación de Argentina, artífices claves en su triunfo presidencial y grandes amigos que cubrieron un gobierno de dudosa calidad en la Ciudad de Buenos Aires.
Según el artículo 2 del decreto firmado por Macri, el nuevo ente, el ENACOM, tendrá las competencias y funciones que las leyes 26.522 (de medios) y 27.078 (Argentina Digital) asignaban a la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) y la Autoridad Federal de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (Aftic).
El decreto indica que el titular del Enacom y el directorio durará 4 años en el cargo —en coincidencia con el mandato presidencial, a diferencia de lo propuesto en la Ley de Medios— con posibilidad de reelección, pero “podrán ser removidos por el Poder Ejecutivo en forma directa y sin expresión de causa”.
Además, las decisiones que tome el organismo se realizarán con un quórum de 4 directores, incluyendo al presidente, y se votarán por mayoría simple. De esta manera, los representantes del gobierno tendrán mayoría propia para sesionar y votar.
En esa misma dirección, el decreto señala que la ley de medios “es una norma anticuada y distorsiva en numerosos aspectos” ya que “desconoce el rol de la digitalización en la multiplicación de espacios de contenidos, el papel de las sinergias en el desarrollo de modelos de negocios de la industria, la escala que se requiere para desarrollar servicios convergentes”.
“El actual marco regulatorio y de negocios de la industria argentina de medios y telecomunicaciones conduce a un deterioro creciente de la competitividad y capacidad de desarrollo del sector, lo cual se ha visto reflejado en el retraso en las inversiones en infraestructura de redes y la consecuente baja calidad de los servicios”, indica la norma.
Con una visión de los medios totalmente hermanada con el mercado, Macri parece olvidar el Derecho a la Información y a la Libertad de Expresión, principios que edificaban la anterior Ley de Medios y que, sin lugar a dudas, afectaba a grandes intereses económicos, políticos y mediáticos.
Tantos años de debate, participación y discusión llevados a cabo para el armado de esta ley, parecen quedar olvidados con el nuevo gobierno de Argentina, que de democrático parece tener poco más que el haber sido elegido en las urnas.