Cuando tenía 12 años Karla fue seducida por un hombre de 22. Le ofreció un futuro mejor, lejos de una familia disfuncional en la que sufría abusos desde pequeña.
Según una entrevista emitida por CNN, su novio la dejaba sola a veces en su departamento, en eso, comenzaban a llegar niñas las cuales eran llevadas por los primos del sujeto, hasta que unos días después le comenzaron a decir lo que debía hacer para ejercer la prostitución.
«Me decía las posturas, cuánto debería cobrar, las cosas que tenía que hacer con el cliente y durante cuánto tiempo, cómo debía tratarlos y cómo tenía que hablarles para que me dieran más dinero», recordó en el medio de comunicación.
Lo sufrido por Karla la llevó a Guadalajara, una de las grandes ciudades de México. Allí fue obligada a prostituirse desde las 10 de la mañana hasta la medianoche, aproximadamente. «Veinte hombres por día durante toda la semana. Algunos hombres se reían de mí porque lloraba», explicó.
Luego, la joven víctima de una inhumana violencia de género, fue llevada a otras ciudades, donde tuvo 30 clientes por día, siete días por semana.
En México el tráfico de personas es una industria. Muchas mujeres sufren cada día lo mismo que tuvo que pasar Karla. Golpes, violaciones, humillaciones, miedo y un profundo dolor son la tónica en la vida de cientos de personas. A Karla la rescataron en una operación antitrata en Ciudad de México el 2006, hace nueve años atrás y puede parecer lejano, pero no lo es.
Por Francisca Arriagada.
El Ciudadano