El error de Bitar y Rossi

Las declaraciones del ex ministro Bitar y el senador Rossi contra el gobierno de Venezuela le han hecho un flaco favor a nuestro país. Sus denuncias de “totalitarismo” y “atropellos a los derechos humanos” recuerdan al Presidente Lagos cuando respaldó el golpe de Carmona en el 2002. Las sucesivas provocaciones de “modernos socialdemócratas” al gobierno de Venezuela revelan torpeza e irresponsabilidad, que acrecientan el aislamiento de Chile en la región.

Al término del régimen militar, y durante los dos primeros años de gobierno de la Concertación, Chile recuperó los tradicionales vínculos con sus vecinos. Se insinuaba un interesante camino a favor de la integración regional. Sin embargo, muy rápidamente se adoptó la decisión de priorizar relaciones con el norte desarrollado y promover negocios con la potente economía asiática.

Así las cosas, nuestro país optó por colocarse al margen de América Latina. Esta fue una política deliberada de los gobiernos de la Concertación, aceptada y promovida por la clase política y sus economistas. Hoy día, con un gobierno de derecha, capaz de dialogar sin vergüenza sólo con Colombia y México, se profundiza la soledad de Chile.

Ello ha quedado en evidencia con el retiro vergonzoso de Otero como embajador en Argentina, a consecuencia de declaraciones inaceptables en favor del general Pinochet. Se agrega a ello el balde de agua fría que significó el inédito encuentro amistoso entre los presidentes de Ecuador y Perú, colocando en cuestión compromisos históricos entre Santiago y Quito, en momentos que se debate en La Haya la posición chilena sobre sus límites marítimos con el Estado peruano.

El aislamiento chileno encuentra fundamentos en la falta de delicadeza para aceptar la diversidad económica y política existente en la región. Mientras la mayor parte de los países de América Latina adopta una línea de resistencia frente al neoliberalismo y la política norteamericana en la región, Chile se percibe como el paradigma del Consenso de Washington y promotor del libre comercio en el hemisferio sur.

Ningún país vecino le pide a Chile modificar sus fundamentos económicos y políticos. Sin embargo, los chilenos no actúan con reciprocidad cuando irrespetan las nuevas realidades de los vecinos.

Ahora, las opiniones de dos destacados políticos chilenos sobre el gobierno de Chávez, agregan combustible a la hoguera. El calificativo de “totalitarismo”, utilizado por Rossi para calificar el gobierno de Venezuela, revela ignorancia o mala fe. En efecto, un régimen totalitario es aquel en que el Estado controla completamente la economía, la política, la cultura y la religión. Al mismo tiempo, los métodos de control totalitario comprenden la prisión, el asesinato y los trabajos forzados. Ello era propio de Stalin y Hitler. Comparar al gobierno de Chávez con aquellos regímenes deleznables resulta un absurdo, porque nada de ello se encuentra presente en la Venezuela actual.

Bitar es más inteligente para calificar el gobierno venezolano, pero aún así comete errores injustificados para un político de experiencia, que vivió largamente en Caracas. Es discutible, pero no insultante, decir que “el régimen de Chávez se aleja de la visión del progresismo moderno y de la socialdemocracia”.

Existen hoy día muchas personas para quienes no está claro el perfil ideológico, económico y político de la socialdemocracia e incluso varios creen que evoluciona hacia la derecha. Asunto en discusión que no nos autoriza a calificar a Bitar de derechista. Sin embargo, el dirigente del PPD pasa a un terreno peligroso cuando, junto a la Internacional, califica al régimen venezolano de “dictadura moderna”, que utiliza “temibles instrumentos de un mecanismo autoritario de nuevo tipo”.

Bitar sabe muy bien que la oposición funciona en pleno en Venezuela, mientras Carmona y los golpistas del 2002 están vivos y en libertad. Ello no habría sido posible en la dictadura, también moderna, de Pinochet.

Bitar y Rossi han agregado nuevas tensiones a las difíciles relaciones diplomáticas con países de la región.

Por Roberto Pizarro

Rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano

Politika N°2, primera quincena julio 2010

El Ciudadano N°83