Digamos las cosas como son: Chile necesita una nueva Constitución, una nueva forma de concebir nuestra convivencia ciudadana. No es el por el mero hecho de un cambio en la conducción del gobierno o un nuevo gobierno de la Concertación que las cosas van a cambiar. Esta es una apreciación equivocada. El sistema actual está desgastado, su falla es de origen. Necesitamos sentir que el Chile democrático lo construimos entre todos.
Dejémonos de parches y más parches y de barrer debajo de la alfombra. Hagamos de una vez por todas lo que tenemos que hacer. Es hora de convocar a la ciudadanía a que decida qué tipo de país quiere. Es hora de que entre todos los chilenos construyamos nuestro destino desde la partida. Es hora de dejar a un lado los miedos y enfrentar con valentía y entusiasmo el desafío de darnos una nueva constitución que se base en una visión compartida de país. Esta gesta cívica, nos la merecemos
Hoy, están dadas las condiciones para llevar adelante esta noble y necesaria acción ciudadana. Primero, no esperemos que el descontento y malestar ciudadano se convierta en descomposición social, es mejor partir ahora que más tarde. Segundo, la buena situación financiera del país, más allá de la inflación coyuntural, hace posible solventar todo lo que sea necesario para que entre todos los chilenos decidamos libre e informadamente el país que queremos. Tercero, se nos viene el bicentenario. ¿Qué mejor obra que simbolice nuestra entrada al nuevo siglo que darnos una nueva constitución? Cuarto, entramos en periodo eleccionario; primero municipales y luego, presidencial y parlamentaria. Seremos convocados a reflexionar y decidir sobre programas de gobierno y líderes que los encarnen. Es momento de pensar en el Chile que queremos. Es momento propicio para que esta propuesta esté presente en el debate de los programas de los candidatos a dirigir el país.