Ya casi ha alcanzado el rango de tradición pese a que surgió de una forma bastante natural.
En 2002 un grupo de amigos de Nueva York decidió quitarse los pantalones en el suburbano como broma. 14 años después cada enero en más de 60 ciudades de unos 20 países se repite la jugada, aunque siempre respetando unas normas básicas: prohibidos los tangas y los slips muy ajustados que puedan ofender al resto de los pasajeros y también dibujos y mensajes inapropiados.
Por lo demás, se trata de una iniciativa que no lleva ningún tipo de reivindicación y que solo pretende que los participantes se diviertan lo máximo posible.