Decepcionar la fe pública es un hecho político grave y los primeros indicios de la encuesta CEP del primer semestre, muestran una inquietante situación: un Gobierno y un Presidente que no logran concitar confianza y respeto. La letra chica, la falta a la palabra empeñada y a las promesas hechas en la campaña, están teniendo consecuencias a muy pocos meses de andar el nuevo Gobierno.
Durante mucho tiempo se pensó que la dignidad del cargo presidencial era un hecho per se y que la estatura de Presidente de la República estaba asegurada para quien ostentara el cargo. La evidencia diaria, las excesivas salidas de protocolo, las muchas situaciones indecorosas o inexplicables del Gobierno y del Presidente en materia de conflictos de intereses o del manejo de las demandas de la ciudadanía, demuestran que esa estatura y ese respeto deben ganarse a punta de transparencia, compromiso, consecuencia y eficiencia.
En la campaña electoral se dijo que la derecha podía hacer las cosas mucho mejor que la Concertación. Las pálidas cifras de apoyo al Gobierno y la creciente preocupación del país sobre los temas que afectan a las personas, son indicativas de que estas promesas tuvieron mucho de campaña publicitaria y poco de realidad una vez que se está en el cargo.
Curiosamente, las mayores preocupaciones de la gente son la Delincuencia, la Salud y el Empleo. ¿No iban a terminar con la delincuencia, no iban a crear empleo a borbotones? El aumento porcentual que han tenido la Pobreza y los Sueldos en la percepción ciudadana indican que hay una profunda desconfianza hacia el futuro en materia de superación de la pobreza. Y esto es un llamado de atención a toda la clase política puesto que al parecer fue mucho más importante durante la campaña descalificar la obra de unos y otros, en vez de atender al llamado ciudadano.
Pese a que aún es pronto para hacer evaluaciones profundas de la gestión de Gobierno, la encuesta es clara en mostrar un cierto grado de decepción en la gente. En especial con el sello del Presidente que es su poca consistencia entre lo prometido y la realidad o su excesivo esfuerzo por parecer respetable ante los distintos actores nacionales e internacionales. Esto es desgaste en la credibilidad.
La aprobación de más del 77% para la figura de la Presidenta Michelle Bachelet sin duda que debe estar complicando a un gobierno y su coalición que se han esforzado por llevar adelante un programa que va en contra del legado del mandato anterior. Este Gobierno y este Presidente están intentando poner en el congelador los logros sociales que legó la Concertación y eso ha sido visto con malos ojos por la gente. De ahí la creciente desconfianza.
Nadie quiere que al Gobierno le vaya mal, porque así le va mal a Chile. Pero el único camino que vemos para revertir esta situación y dar más estabilidad y cohesión social entre la ciudadanía y la clase política, está en allanar más acuerdo, más consenso sobre lo ya ganado por la gente e ir por más. Los conflictos de interés económico, la excesiva mirada empresarial, la ineficiencia legislativa, la prepotencia o la tozudez no ayudan a crear un clima político auspicioso para el encuentro y el acuerdo en bien de Chile.
Hagamos un esfuerzo, todos, ya que así tendremos de verdad una nueva forma de gobernar y no sólo una nueva forma de publicitar.
Por Jorge Pizarro
Presidente del Senado