Ridículo por decir lo menos, es lo que ocurrió en Zimbabue, específicamente con la senadora Sithembile Mlotshwa, quien tuvo la ocurrencia de proporcionar juguetes sexuales a los reclusos de las cárceles de ese país con el fin de evitar -como si se pudiera- actos homosexuales entre los internos.
Según la senadora, una de las maneras de mitigar los impulsos sexuales y posibles actos homosexuales -los que son penalizados en el país africano- es a través de este método.
Si bien Mlotshwa señala que para ella «la homosexualidad no tiene nada de malo», claramente su decisión cae en el absurdo y confina a la población LGBT a un escenario en donde sus condiciones sexuales estarían sujetas a su arbitrio y no a un hecho natural y propio.
Con información de Publimetro y BBC Mundo