«[…] el SIDA era una enfermedad maravillosa. Y es cierto que yo descubría algo suave y embelesador en su atrocidad; era, por supuesto, una enfermedad inexorable, pero no fulminante, una enfermedad de niveles, una escalera muy larga que conducía evidentemente a la muerte, pero en la que cada peldaño representaba un aprendizaje inigualable; se trataba de una enfermedad que daba tiempo para morir, y que le daba a la muerte tiempo para vivir, tiempo para descubrir el tiempo, y para descubrir por fin la vida, era en cierto modo una genial invención moderna que nos habían transmitido los monos verdes de África».
Esto escribió Hervé Guibert, el autor de Al amigo que no me salvó la vida (1990). A esa obra autobiográfica, le siguió la publicación de El protocolo compasivo (1991) y la póstuma El hombre del sombrero rojo (1992). Los tres textos conforman la denominada «Trilogía del SIDA», donde Guibert relató su experiencia con la enfermedad. Vale destacar que Guibert fue uno de los primeros personajes famosos que reveló públicamente su enfermedad.
Desde que, en 1988, el escritor tuvo la comprobación indudable de que había desarrollado la enfermedad fatal del SIDA, su ejemplo humano se resolvió en términos escritos, en un asombroso, impetuoso y también muy hermoso combate literario contra el aviso de la muerte.
Además de escritor, fue periodista cultural de Le Monde, un crítico agudo y reconocido. Escribió el guión del film El hombre herido (1983) y fue, además, uno de los últimos amigos íntimos del filósofo Michel Foucault.
En esta ocasión, queremos recordarlo por una de las aristas de su personalidad creativa menos conocida, todavía menos conocida que la de escritor, y no obstante, excelente: también fue fotógrafo.
Galería
Hervé Guibert at Callicoon Fine Arts