El país que desapareció

Chile es un país de fantasía

El país que desapareció

Autor: Wari

Chile es un país de fantasía. Desde hace años la idea se ha afirmado en las mentes claras  y críticas. La política chilena es un juego infantil en el cual todos hacen como si las reglas del juego fueran serias de verdad. La vida económica Chile es un cuento de hadas tan bien hecho que hasta algunos economistas y académicos flojos en Europa lo han creído. La libertad de la prensa aquí es un chiste.

Pero aún así, un país de fantasía seguía siendo un país, porque sobre alguna realidad tiene que apoyarse la ficción para ser verosímil. El problema se pone serio cuando los propios actores de la comedia empiezan a reconocer —por descuido, sin duda, — que todo esto es puro teatro. Pasa algo parecido al abuso de las metáforas, como en el ejemplo clásico del discurso de un político enseñado en los cursos de retórica franceses: empujado por su propio entusiasmo, el político culmina su discurso diciendo “Estábamos al borde del precipicio [silencio, para hacer medir la profundidad del precipicio]… y ahora… hemos dado un gran paso adelante…” Y todo el auditorio, salvo el político, entiende que la realidad no es que nos hayamos salvado del peligro, sino que estamos muertos, hechos un montón de huesos rotos al fondo de un acantilado espantoso.

El actual ministro de Minería Laurence Golborne, con su frase difundida por Twitter el 1° de julio a las 7:46 PM (“nos guste o no, reservas son del q las encuentra. No son nuestras”) acaba de dar ese paso fatal, y lo que concebíamos como una manera de entender el ambiguo mundo de valores heredado de la dictadura y de la Concertación se ha transformado en una realidad brutal.

“Nos guste o no”.  Es lo que los filósofos llaman el principio de realidad. En el mundo de fantasía habitual, todo nos tiene que gustar y debemos vivir con el corazón liviano y contento. En la realidad, volvemos al mundo que se nos impone feamente, “nos guste o no”.

“Reservas son del que las encuentra”. Cuando recién se descubrió América, Cristóbal Colón no dijo “Esto es mío por que yo lo encontré”.  Había tomado la precaución de pedirle un mandato a la corona de España, a nombre de quién tomó posesión de las nuevas tierras.  Y el propio reino de España extendió su mandato con la condición de que los descubrimientos fueran hechos a nombre del Dios todopoderoso, Señor del cielo y la tierra, y no sólo a nombre propio. Es el fundamento de los actos legítimos de un estado soberano. El país donde las “reservas [mineras] son del que las encuentra”, ya claramente no puede ser un Estado soberano, sino un simple lugar cualquiera, un territorio abierto a todos aquellos que decidan aventurarse a buscar tesoros y apropiárselos.

“No son nuestras”. Todos los códigos mineros en el mundo establecen que las substancias minerales o fósiles existentes en la superficie, bajo tierra o debajo del agua son propiedad del Estado y no son susceptibles de ninguna forma de apropiación privada. Generalmente inscritas en las Constituciones, las riquezas del subsuelo, aguas, minas, etcétera son definidas como bienes de la nación bajo la custodia especial del Estado y de todos los ciudadanos. En Chile ya no, aparentemente. Con su afirmación Golborne reconoce que es un ministro inútil de un país que desapareció.

Como lo dice con absoluta razón el abogado Alonso Barros, de la Universidad Católica del Norte, en una carta enviada a El Mostrador el 8 de julio pasado y que merecería ser reproducida una y otra vez en todos los medios de comunicación, ”Semejante declaración en un medio público es gravísima. En primer lugar, por anticonstitucional: El dominio eminente y exclusivo del Estado sobre los recursos mineros está consagrado en el Art. 19 Nº24 de nuestra Ley Fundamental. Los dichos del ministro contradicen la Constitución y las leyes, con lo que Golborne ha faltado a su juramento y deber como Ministro del ramo, perjudicando directamente el interés nacional. La frase invalida además, cualquier término de negociación posible, basado en la noción de Royalty o regalía minera, renta que hasta donde yo sepa, ningún país ha renunciado. ”

¿Cuál viene a ser la utilidad de un ministro de minería en un país que no tiene ningún derecho sobre las riquezas que alberga su suelo? ¿Cuál viene a ser la utilidad de seguir siendo un país?

Por Armando Uribe Echeverría

Polítika N°3, segunda quincena julio 2010

El Ciudadano N°84


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