La Región de Aysén el pasado lunes escupió los resultados. Mujeres cesantes, dirigentes sociales y ecologistas dieron al mandatario el primer traspié que refuerza la desaprobación a nivel nacional. Dato no menor, las tierras patagónicas habían entregado al abatido Presidente y empresario la segunda mayoría nacional.
La derecha llegó a la Patagonia con el artilugio del Bicentenario, pero hoy como ayer, cuando en 1973 arrojaron por la borda 144 años de historia republicana junto a los milicos. Demuestran que ni veinte ni doscientos años importan, la maestría de marcar terreno con represión no lo han olvidado, a palos resucitaron la horrenda imagen sepultada desde la dictadura militar. El Bicentenario lo estamparon como la fecha donde se conmemorarán palos, golpes y represión.
En la entrada del cine municipal, previo al arribo de Sebastian Piñera, provocaron la angustia a punta de matracas, cucas y pacos. Apretaron a hombres y mujeres contra la pared, donde valientes como ellos solos, debieron lidiar con los atropellos sacados desde la médula de la dictadura. La cosa estuvo peluda, claro que si, la actual Intendenta no es más ni menos que la ex vocera del régimen del dictador Augusto Pinochet y sus instrucciones tenían escuela. Los detalles de antaño no fallaron, instalaron un cierre perimetral que abarcó una cuadra a la redonda, llegaron cientos de pacos armados, además de otra treintena «de civil» camuflados entre todo el contorno donde barrieron como palitroques con las personas. Además sumaron las fuerzas especiales y el Gope con escopetas recortadas, guanaco y el bus verde que como un Alcatraz móvil, recorría sin cesar cada rincón. Las cucas a toda velocidad hacían recordar las persecuciones que tanto temor causaron y que ya casi habían quedado en el olvido. Esta vez no fue la izquierda la que citaba la historia, aquella noche de lunes, la derecha y su fanática más ferviente, hoy Intendenta, se encargaba de instalar las persecuciones y advertir que han vuelto.
La avanzada derechista no guardó las proporciones y mostraron la hilacha. El senador Horvath, condecorado en dictatura por Augusto Pinochet habló de manifestantes pagadas. La mayoría eran mujeres cesantes, y los únicos pagos recayeron en los encargados de barrer con la voluntad de los sin voz. Quedó claro, la participación ciudadana y el Bicentenario se lo meten en el trasero, no aprendieron nada en el proceso democrático. Dieron autorización para asistir a la actividad solo a 500 personas, entre lo cuales no incluyeron a las agrupaciones más importantes de la Región, entre ellos, la Unión Comunal de Juntas Vecinos de Coyhaique, pescadores artesanales, Anef, la Coordinadora Regional de Comités habitacionales, cesantes, ecologistas, sindicatos de mujeres y trabajadores. Este atropello incluyó al Obispo ecologista Luis Infanti de la Mora, un ícono en demandas de índole social a quién no dejaron entrar y para colmo, en las afueras fue increpado por la tía del subsecretario de Pesca, Pablo Galilea Carrillo, quien le declaró la guerra. Sin lugar a dudas estos políticos de cuarto enjuague nos muestran su nueva forma de gobernar. Y hablan en serio, a la hora de apalear, ni siquiera han respetado al periodista no vidente que estaba cubriendo en el lugar, le dieron con todo, la violencia está a la vuelta de la esquina con estos matones de cuello, palo y corbata que pensamos inocentemente que ya no existían.
Terminado el acto pusieron la guinda de la torta. Brotaron más pacos, lumas y dieron con todo. Golpearon mujeres, jóvenes y dirigentes. Trajeron el guanaco, vehículos policiales atravesaban a toda velocidad, zamarrearon un concejal, un diputado y 8 dirigentes. Golpearon sin tapujos a un sin fin de personas que transitaban en el lugar, la mayoría eran mujeres. Antes de terminado el show las patearon cobardemente por casi dos horas, solo por demandar ser escuchadas en el terror de la nueva forma de gobernar.
Por Jaime Varas
El Ciudadano
Represión en Aysen