Un grupo poblacional del norte de Santiago demostró, en junio, que con pocos recursos pero con ingenio y perseverancia, apoyados por asesoría técnica, es posible transformar una mediagua de emergencia en una vivienda digna y permanente. El proyecto piloto culminó el fin de semana del 12 y 13 de junio, en un sector rural, a 30 kilómetros de Curicó, donde viven Enyoleta Oses con su esposo, hijos, nieta y bisnietos.
Cuando tenía 7 años de edad, en 1930, llegó Enyoleta con sus padres y dos hermanas a vivir al fundo de don Pedro Soto, en el sector de La Cruz (lo que hoy es la comuna de Sagrada Familia). A los 18 años, se casó con Juan Bravo, con quien tuvo 16 hijos –7 vivos y 9 muertos–, todos nacidos en la casa de adobe, entre chacras y parrones.
La vivienda soportó dos terremotos y una inundación, por el desborde invernal de los canales que rodean la propiedad. Sin embargo, con más de cien años, la casa no pudo con el tremendo sacudón a sus antiguas paredes, la noche del 27 de febrero de 2010.
Su esposo, Juan Bravo (74 años), recuerda: “Yo no me levanto ni pa’ los temblores. Pero cuando sentí que se caían los adobes adentro…, que se caían las tejas cerquita a la cabeza mía, a la cabecera de la cama, me levanté”.
Don Juan y sus nietos tuvieron que demoler los restos de su hogar con chuzos. Los habitantes de la casa de adobe –abuelos, hijo, nieta y bisnietos- quedaron repartidos entre parientes.
La nieta, Verónica, madre de cuatro hijos, se acercó a la Municipalidad de Sagrada Familia a contarles sobre la difícil situación que vivían. Así les empezó a llegar ayuda y, luego, se les asignó una mediagua.
Cuando Enyoleta habla de la antigua casa de adobe, donde vivieron cinco generaciones de su familia, resalta que era “grande”, pero en realidad consistía en sólo dos dormitorios. “Tenía una pieza pa’llá y otra pa’cá. Y Juan hizo una piececita en el corredor para nosotros”, señala.
La extensa familia estaba acostumbrada a vivir estrechos, pero la mediagua que también dividieron en dos ambientes, y al que agregaron una cocina con piso de tierra, se hizo demasiado chica para sus nueve habitantes.
Según la municipalidad de Sagrada Familia, unas mil casas tuvieron graves daños tras el sismo. Aproximadamente 180 familias quedaron sin casa igual que la familia de Enyoleta Oses, las que todavía esperan recibir mediaguas.
Antes del 27 de febrero, el sector de La Cruz, donde vive la familia Bravo-Oses, que es el más aislado de la comuna -al que no llega ni una micro-, se caracterizaba por antiguas casonas de adobe, a veces divididas, que albergaban a dos o tres familias. La mayoría eran prestadas por los dueños de los fundos para asegurar mano de obra para sus campos, y muchas carecían de mantención, lo que explica el gran grado de destrucción del lugar.
HUECHURABA SOLIDARIA
En el lejano Santiago, el 1 de mayo, el Grupo Ambiental Las Canteras, de la comuna de Huechuraba, realizó un acto solidario para los damnificados de la comuna de Sagrada Familia. Los fondos recaudados se destinaron a la compra de caballetes de metal para proteger los techos de 20 mediaguas.
Pero los arquitectos María Isabel Aliste y Julio Colimil, integrantes de la organización, plantearon que podían ir más allá de un aporte puntual y pasajero. El proyecto piloto que propusieron contemplaba mejorar una sola mediagua de Sagrada Familia usando, mayoritariamente, materiales reciclados y de bajo costo.
Por intermedio de la asistente social del Municipio, Alejandra Fuentes Larena, originaria de Huechuraba, se eligió como beneficiaria a la familia de Enyoleta Oses.
Fuentes señala que, tras el sismo, “se develaron situaciones de pobreza súper crudas. Se juntaba el ser pobre y ser afectados por el terremoto. Por eso quisimos contactarnos con esta familia. Probablemente, de sus recursos personales, que incluyen las pensiones mínimas de dos jubilados, no iban a poder reconstruir su casa”.
La familia Bravo-Oses pertenece al Programa Puente, orientado a familias de extrema pobreza y alta vulnerabilidad, con mayor riesgo, por no poder generar los ingresos necesarios para satisfacer sus necesidades básicas.
La necesidad de vivienda digna y los obstáculos que hace falta superar para obtenerla, resuenan en la memoria histórica de los integrantes del Grupo Ambiental Las Canteras, organización que tiene sus orígenes en una lucha por defender la calidad de vida y el medioambiente del barrio. La mayoría vive en la Población Villa Conchalí, creada por una cooperativa en 1967, y a unos pocos pasos están las poblaciones de La Pincoya, fundadas a partir de las tomas de terreno, a fines de los ’60.
El viernes 11 de junio, trece personas -cinco mujeres y ocho hombres-, viajaron a la comuna de Sagrada Familia. Una camioneta cargada de cartón corrugado recolectado por el grupo, más tablas y herramientas, llevó a cuatro personas, incluyendo dos maestros carpinteros, mientras las demás pagaron sus propios pasajes de bus.
JORNADAS DE TRABAJO EN SAGRADA FAMILIA
Las dos jornadas de trabajo en el sector de La Cruz, se concentraron esencialmente en efectuar cuatro tareas: Levantar una segunda mediagua y conectarla a la primera; protegerlas contra el frío; instalar electricidad, y adecuar el techo.
La segunda mediagua, gestionada por el grupo y entregada por la municipalidad de Sagrada Familia, fue fundamental en elevar la calidad de vida de la vivienda. Alejandra Fuentes Larenas explica que desde las decisiones que se han ido tomando, se ha generado como criterio que para más de cuatro personas correspondería una segunda mediagua, para reducir el hacinamiento.
Obreros contratados por la Municipalidad, con ayuda de los santiaguinos, levantaron la segunda mediagua, ubicándola en forma de “L”, a lo ancho de la primera, con una puerta creada por los maestros capitalinos.
Mientras se puso la otra mediagua, sobre el techo y paredes, para proteger de la lluvia, se preparaban canaletas para desviar el agua. En resumen, se dobló el metraje cuadrado de la casa, creó habitaciones independientes y un espacio común, o living, en lo que anteriormente era uno de los dormitorios de la primera vivienda de emergencia.
Numerosos han sido los reclamos desde las zonas de la catástrofe, diciendo que las soluciones habitacionales de emergencia no protegen del viento ni del frío en muchas casos, porque las tablas se ponen húmedas, y al secarse, dejan notorios huecos. Durante los dos intensos días de trabajo, gran parte de los esfuerzos de los amigos de Huechuraba se dirigieron a remediar este defecto.
En la semana previa al viaje al sur, el grupo había recolectado gran cantidad de cartón corrugado y diario. Los cartones fueron clavados como forro a las tablas del dormi-torio y del espacio común. El espacio entre la madera y el cartón fue rellenado con papel de diario arrugado, generando un excelente aislante. Esto funciona si efectivamente los muros exteriores están impermeabilizados contra el agua. En este caso, la municipalidad de Sagrada Familia después puso geomembrano en el exterior de la mediagua.
Un elemento fundamental para paliar el frío fue la instalación de una salamandra en un rincón de la cocina, una vez que se clavaron planchas de lata, tanto para proteger la pared como para irradiar el calor por la casa. Cerca de la salamandra se instaló una rejilla Acma, dándole una segunda utilidad, la de secador de ajos, ajíes y otras verduras, como también para la ropa durante la humedad invernal. Colgaron cortinas sobre dos nuevas ventanas para tapar las ranuras de la filtración de viento y se instaló una gran alfombra que abrigará más el dormitorio de Enyoleta.
María Isabel Bravo y su hija Verónica, –hija y nieta respectivamente, de Enyoleta Oses y Juan Bravo– se acuerdan de cumpleaños, días del papá y fiestas patrias celebrados en la antigua casona de adobe. Cuando se le pregunta a Enyoleta qué espera celebrar en la casa nueva, dice: “Que estamos vivos no más”.
Pero la antigua casona de adobe, sus alegrías celebradas y penas sufridas, seguirá existiendo en la memoria de esta familia.
MIRADA DE DUEÑA DE CASA
Cerca de Chillán, un grupo de voluntarios levantaron veinte mediaguas durante un fin de semana de abril. Al regresar, dos meses después, se sorprendieron con que más de una yacía vacía, abandonada por las familias destinatarias. Debido al frío, prefirieron regresar a sus casas semi-derrumbadas o vivir de allegados.
“Creo que hay que tener un poco más de sensibilidad en cuenta a cómo se van a habitar estas mediaguas,” indica Isabel Aliste, quien diseñó y coordinó la habilitación de la casa modelo en Sagrada Familia. Afirma que hace falta una mirada de “dueña de casa”. Es decir, al levantar una mediagua, “ponte a pensar: ¿Se podrá habitar? ¿Está muy mojada? ¿Por dónde se colará el frío? ¿Qué capacidad térmica tienen estos paneles? Hace falta ponerse en el lugar del otro, de quien lo va a habitar”.
La visión que guió a los arquitectos, en la elaboración del proyecto piloto, es que las mediaguas pueden ser transformadas de vivienda de emergencia en casa permanente. Aliste recalca que se debe visualizar la mediagua “no como cosa pasajera sino como algo que puede ir creciendo hasta convertirse en una casa”.
Sugiere que la mediagua se debiera ver “como paneles estructurales que se pueden ir forrando y, a la larga, se convierten en paneles que realmente sirven para hacer una casa. Yo creo que es una de las maneras que se podría enfrentar el problema. No como desechable o mediagua permanente que nunca se va a acondicionar”.
La arquitecta Isabel Aliste afirma que “se están entregando las mediaguas para que la gente pueda tener un resguardo pero no necesariamente un cobijo. Creo que es responsabilidad compartida entre los organismos, la persona que lo habita y entre los particulares que, de una u otra manera, tenemos recursos. No sólo monetarios, sino intelectuales y técnicos, para ayudarse entre todos. Creo que pasa por un esfuerzo conjunto”.
La casa mejorada para la familia de Enyoleta Oses involucró elementos simples, materiales accesibles, reciclados y económicos. Es un modelo fácilmente replicable y el Grupo Ambiental Las Canteras espera incentivar para que otras organizaciones lo reproduzcan.
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Grupo Ambiental Las Canteras en Facebook
Por Maxine Lowy
La autora es periodista independiente, integrante del Grupo Ambiental Las Canteras, y su trabajo está focalizado hacia temáticas sociales y de derechos humanos.
Fotografías: (1) El grupo de voluntarios junto a la familia de Enyoleta Oses y Juan Bravo en frente del trabajo terminado; (2) Juan Bravo y Enyoleta Oses, (3) En proceso de levantamiento de la mediagua.
ANEXO
EL RECICLAJE DE TETRAPACK RECONFORTA HOGARES
En Coliumo, pueblo costero al norte de Concepción, 103 familias se encuentran forrando sus mediaguas para aislarse del frío ambiental con cajas de tetrapack. Se requieren cerca de 900 cajas para forrar una casa de emergencia, y las 20 familias que ya lo han hecho se sienten reconfortadas con el resultado.
Cinco lugares se han sumado como recolectores o centros de acopio de envases de leche, jugo y vino, las que cortadas como tejuelas y bien lavadas, permiten practicar reciclaje al tiempo que se mejora la habitabilidad en un hogar. La iniciativa es adelantada por un grupo de ciudadanos activos y conscientes de Valparaíso, quienes, usando el correo electrónico, han generado las coordinaciones necesarias con los habitantes de Coliumo para hacer los trabajos.
Asegura, Elena Robles, una de las organizadoras, que luego de este poblado, se espera continuar con la idea en otros sectores y estimular la reutilización de lo que antes sólo se consideraba basura. No más el tetrapack a la basura, es la consigna que se persigue.
La información de los lugares de recolección de Tetrapack en Valparaíso y Viña del Mar, como las fotos del trabajo de forrar una mediagua, lo puedes obtener en: Airepurovalpo.blogspot.com
Por René Squella Soto
El Ciudadano N°84