Durante la Segunda Conferencia Internacional sobre Clima, Sostenibilidad y Desarrollo en Regiones Semiáridas, ICID 2010, realizada en la ciudad de Fortaleza, Brasil, fue lanzado el programa de la ONU en contra de la desertificación llamado “Década de Lucha Contra la Desertificación”. Este programa es una respuesta a las dramáticas proyecciones que han arrojado investigaciones sobre desertificación que pronostican que para el año 2030 la mitad de la población tendrá serios problemas de acceso a agua.
Suena lejano o simplemente extraño el fenómeno de la desertificación, sin embargo, cuando se constata el hecho de que todo los años desaparecen doce millones de hectáreas de suelos fértiles, algo así como el porte de Grecia y que podría alimentar a seis millones de personas, podemos asumir la gravedad del asunto. Actualmente, una de cada tres personas vive en tierras áridas o desérticas, o sea, alrededor de 2.100 millones de habitantes, de los cuales, sorpresa, el 90% corresponde a personas pertenecientes a países subdesarrollados que viven con menos de un dólar al día, según señaló el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
Las áreas actualmente en proceso de desertificación corresponden al 40% de la superficie total del planeta, y es ahí donde se encuentra la mitad del ganado mundial. La relación de esta aridez y la ausencia de agua es directamente proporcional, como lo señala un documento desarrollado por la ONU: “Menos aguas significa más aridez, y para un bienestar razonable una persona necesita unos 2000 metros cúbicos de agua al año. En zonas desérticas, la gente se arregla con unos 1300 y la proyección es descendente”.
De los 2 billones afectados por complicaciones de suelo “seco”, la mitad tiene acceso restringido de agua, situación que dentro de dos décadas se podría, al menos, duplicar, ocasionando el desplazamiento de hasta 700 millones de personas. En Asia, por ejemplo, 17 millones de kilómetros cuadrados, de un total de 43 millones, son tierras áridas, semiáridas o subhúmedas.
La idea del proyecto es frenar y revertir la escalada de aridez en el mundo, tanto por los problemas ambientales como de extrema pobreza. El plan consiste en proyectar una serie de medidas que, tomando en consideración los presentes cambios climáticos, pueda prever la evolución de este proceso y encontrar las herramientas para combatirlo. «Nuestro objetivo en esta década es revertir la desertificación, para mitigar sus efectos en la pobreza y en la sostenibilidad del clima» señaló Luc Gnacadja, secretario ejecutivo de la Convención de la ONU Contra la Desertificación.
Sin embargo, ya se están realizando acciones concretas. En Latinoamérica, específicamente en Ecuador, en el área montañosa de Loja que posee un 80% de su superficie desertificada, se inició el cultivo de cactus que contrarresten este fenómeno y protejan los cultivos. En África, se han iniciado proyectos de acumulación de aguas lluvias que logren remediar las endémicas sequías del continente. En Europa, se han comenzado estudios sobre la degradación de los suelos a raíz de la deforestación y la contaminación química.
Por Sebastián Fierro
El Ciudadano