El Estado castiga a los Pobres


Autor: Director

Su hablar rápido y convincente sólo cesa al momento de referirse a uno de los grandes problemas que arrastra el Gobierno: carecer de una política energética. Es algo que le cuesta entender, que critica y que -a su juicio-no es sustentable, ni a corto, mediano o largo plazo.


Rafael Marquez Es el director del recientemente creado Programa de Estudios en Energía de la Universidad Austral, Miguel Márquez. Ingeniero comercial, con mención en Economía D.E.S.S. en Evaluación de Proyectos y Desarrollo Industrial, Paris I-Sorbonne. Candidato a doctor en Economía Aplicada y profesor adjunto del Instituto de Economía de la Uach. Además se ha desempeñado como director de proyectos de impacto nacional en la Comisión Nacional de Energía (CNE) y asesor de investigaciones en la Comisión Nacional del Medio Ambiente (Conama), entre otros cargos importantes.

Actualmente, trabaja junto a su equipo en la creación de un Centro de Estudios en Energía, el que apuntará a legitimar -a nivel nacional y regional- los temas energéticos.

El economista tiene claro que Chile es uno de los países más dependientes del mundo, energéticamente hablando.

«El cuadro global es que contamos con una matriz energética primaria y secundaria muy dependiente. La matriz energética es tremendamente vulnerable, por la dependencia de los países de los cuales provienen esas fuentes de energía. Nuestro país importa un 98 % de sus necesidades en crudo. Casi el 100 % de sus necesidades en carbón. Y salvo alguna producción del gas natural en Magallanes, importamos casi el 100 % de ese recurso. Si bien es cierto contamos con recursos hidráulicos, hay una tendencia a agotar los grandes patrimonios hídricos”, reprocha.

Otro de los puntos de la matriz energética que trató con El Ciudadano «tiene que ver con que Chile carece de un mercado regulatorio que permita desarrollar e implementar una estrategia de desarrollo acorde a un país dependiente y creciente en el consumo de energía», critica.

«Chile posee un mercado energético vago, no explotado, no transparente y que protege fundamentalmente a los inversionistas y no a los consumidores», acusa.

-Entonces ¿el Estado piensa primero en las personas como consumidores y después como ciudadanos?
-Totalmente. El ciudadano no existe. Para el Estado existe en un segundo nivel el consumidor y no el ciudadano. Cuando apelas al ciudadano, estás apelando a una capacidad de decidir, no en base a parámetros costo-beneficio, sino en base a calidad de vida y eso no está consagrado en la Constitución. Las centrales de Aysén, que son enormes, aparentemente traerán grandes beneficios, en términos de disponibilidad de energía. Pero tendrán un impacto ambiental severo, irreversible y por ende cuestionable. En todo megaproyecto que trae impactos benéficos y negativos sobre el medioambiente y la calidad de vida del ciudadano, hay que preguntarle a él si quiere lo bueno y también lo malo. Eso no está consagrado en la Constitución, o muy mal y se implementa de manera antojadiza, a destiempo y sin informar a los ciudadanos.

¿La culpa la tienen las generadoras o el Estado?
-Sinceramente la culpa no la tienen las empresas. La culpa la tiene el marco regulatorio. Por este entiendo un marco jurídico, pero también la reglamentación, que es potestad de la CNE, el ministerio de Energía la superintendencia de electricidad y combustibles, en las cuales esto no está claramente especificado. Es decir, todo lo que se refiere a la información de megaproyectos que tienen un impacto al medioambiente deberían estar a disposición de la ciudadanía para cuándo y cómo los quiere.

-¿Cuál es su percepción del problema?
-Mi percepción es que la dictadura dejó la legislación muy bien amarrada y que tiene que ver con la privatización del sector eléctrico, tamaño negocio, y sigue igual. La Concertación no ha hecho absolutamente nada para cambiar esta situación. No puede ser que, en el 2006, se sostenga aún que el aumento de los costos de la energía en el mundo, tenga que haber un aumento económico sistemático, de las tarifas y los costos de la energía los tenga que asumir la ciudadanía. Mientras se mantengan rentabilidades extraordinarias para todas las compañías distribuidoras eléctricas y para todas las firmas ligadas a los derivados del petróleo, gaseras y gasolineras, no veo por qué nosotros los ciudadanos debemos estar pagando las malas decisiones.

-Entonces el Estado castiga al ciudadano…
-Pero totalmente. Y fundamentalmente a los más pobres. La participación de la energía en el presupuesto familiar, de acuerdo a datos del INE, puede llegar a ser menos del 1 % del presupuesto del decil más rico de la población. Y alrededor del 10 % en el decil más pobre de la población. Eso, para el gran Santiago.

-¿Y acá en la Región?
-Cuando hablamos de energía incluimos derivados del petróleo: kerosén, gas licuado y electricidad, y para ésta zona incluimos leña. En la Región de Los Lagos el presupuesto familiar, del decil más rico, alcanza a menos del 1%. Para el más pobre supera el 20 %. Si el sueldo de un hogar es de 120 mil pesos, gastas entre 25 y 30 mil pesos sólo en energía.

PIB V/S CONSUMO ENERGÉTICO

-¿Cuál es la situación energética chilena, respecto a los países desarrollados?
-A diferencia de los países desarrollados, en Chile crece el producto interno bruto (PIB) en un 5 %. Esto quiere decir que por cada unidad de producto o de bien que se genera en el país, tiene que ir entre 1,2 o 1,5 % de energía para poder vivir. Y esto sigue creciendo. En Chile la curva entre el consumo de energía y el PIB es paralela y ascendente.

-Pero, ¿Cómo hacer para reducir el consumo e incrementar el PIB?
-Buena pregunta. Ese fenómeno de las paralelas ascendentes (PIB y consumo de energía) no existe en ningún país desarrollado, ninguno. Esa tendencia no es sustentable en el corto o largo plazo. En Europa crecen al 2 %, pero requieren de menos energía.

En Chile no es sustentable lo que estamos haciendo. Durante décadas, incluyendo a algunos secretarios ejecutivos de la CNE, se negaron a adoptar políticas de uso eficiente de la energía. Y este último concepto, no quiere decir que veamos menos televisión, apagar la luz, “Chispita”… El uso eficiente de la energía es utilizar motores eficaces, procesos más adecuados, ahorrar, invertir. Y eso Chile no lo hace. La tercera fuente de energía más importante en el mundo (luego del petróleo y el carbón), es el uso eficiente de la energía.

-Entonces ¿qué tiene Chile?
-Tenemos una política de la oferta energética, basada en la expansión física del sistema que no es sustentable.

Chile carece de política energética. En el sentido de ver la oferta: ¿cómo generamos la energía? Y en el sentido de la demanda: ¿cómo la consumimos? No le importa el consumo, sino la oferta. Año a año tenemos que agregar 400 MW, y en el año 2010 serán 800 MW para poder responder a este febril consumo. Por eso no es sustentable.

En Chile es insólito que no sea parte de la agenda pública, energética, ni de nadie, la electrificación rural. En el país aún quedan cerca de 300 mil personas sin electricidad, la mayor parte en la IX y X regiones. Y coincidentemente son mapuches, huilliches y pehuenches. Y nadie dice nada, no hay propuestas.

Mauricio San Cristóbal


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