Durante las tres jornadas que van de Festival de Viña del Mar, los tres comediantes chilenos que se han presentado han barrido el piso con nuestra clase política y la inoperancia y casos de corrupción que han quedado al descubierto en los últimos tres años. El público de la Quinta Vergara ha pedido tanto para Edo Caroe como para Rodrigo González y Natalia Valdebenito las gaviotas de plata y de oro.
Salvo la declaración de la vocera (s) de Gobierno, Javiera Blanco, quien sostuvo que estas manifestaciones deben hacerse «en un marco de respeto”, nadie se había escandalizado por las ácidas críticas de los comediantes. Hasta hoy, porque en una editorial titulada ¿Humor sanador? El Mercurio salió no solo a criticarlas, sino que a subestimar a quienes han disfrutado con estas presentaciones y a alertar sobre las «consecuencias» que podrían traer.
Cabe esperar, sugiere el medio, «que los organizadores de dicho festival y los humoristas respectivos atenderán a no exceder sus límites ni lesionar los derechos de quienes son su blanco». Junto con ello, se refiere al público que «exulta» y «azuza» al «ver arrastrar a tantos a un pantano de descrédito», disparando que «no se le puede pedir a una masa que demande refinamientos ni rechace procacidades». Un público por lo demás «incongruente», agrega el diario de Agustín Edwards, puesto que sería «indiferente ante otros actos reprochables en que tantos otros incurren, como, por ejemplo, la creciente eluusión maliciosa del pago en el transporte público».
Para cerrar -y muy en el estilo de El Mercurio- la editorial alerta que «el humor puede ser una advertencia sanadora, pero también desatar fuerzas que luego escapan del control de todos».