La presencia de bases militares de Estados Unidos ha dejado huellas negativas en varios países alrededor del mundo. Las actividades durante el ocio de los soldados de numerosas bases instaladas en Filipinas en el siglo pasado dieron origen a la reputación del país como destino para el turismo sexual. Hoy en día existe una entera generación de niños abandonados por sus padres extranjeros.
«De hecho, la historia se repite. Ha durado años, el distrito rojo fue establecido hace mucho tiempo. Hay muchos niños que nacieron de extranjeros y crecieron sin sus padres», afirma Marivic Panilawan, de la asociación que ayuda a las mujeres a luchar contra la violencia y la injusticia.
Las cifras no oficiales indican que en la industria del servicio íntimo en el país asiático están involucradas alrededor de 800.000 personas. Para la mayoría de las chicas que se dedican al oficio de prestar sus servicios es el único medio para sobrevivir. Sin embargo, los turistas extranjeros que llegan a Filipinas en busca de algo más que tomar sol no suelen asumir las consecuencias de sus acciones, dejando tras de sí niños que ni siquiera llegan a conocer.
«Cuando consiguen las mujeres, su forma de pensar es ‘he pagado por ti, así que te usaré’. Están convencidos de que cualquier cosa que pase después no es su problema. Ellos creen que si pagan por ti, te pueden usar como quieran. Piensan que somos su adquisición, a ellos no les importa si quedamos embarazadas», confiesa Jennifer Malig.
La prostitución en Filipinas no está legalizada, lo que hace casi imposible que los que trabajan en esta industria tengan una protección decente. En teoría, las que tienen hijos de extranjeros podrían localizar a los padres furtivos, pero en la práctica estas posibilidades equivalen a cero.