Ubicado en la esquina de Medrano y Cabrera (Cabrera 3797), en el concurrido y cultural barrio de Palermo, Ciudad de Buenos Aires, se encuentra un lugar que cualquier Cronopio de todo el mundo quisiera visitar: el Café Cortázar.
El bar es el primero en Argentina que hace un homenaje íntegro a la figura de Cortázar y a su obra literaria. Su diseño y decoración no dejan mayor duda: las paredes se encuentran colmadas de fotos, cuadros y pinturas relacionadas al Cronopio Mayor, en un ambiente donde se respira un aire porteño con toques parisinos.
«Lo que siempre decimos, para no herir susceptibilidades, es que no es el primer café que lo recuerda a Cortázar, hay otros, incluso que remiten a nombres de alguna novela, como Rayuela. Sí es el primer café que buscó generar una propuesta temática, no solo a partir de la propuesta temática, sino también a partir de la propuesta cultural», sostienen desde Café Cortázar.
El edificio donde se encuentra ubicao se estrenó en 1889: durante sus años jóvenes, la casa del primer piso convivía con el almacén de ramos generales de la planta baja. A mediados de siglo XX se transformó en una carnicería. Más tarde llegaron una pizzería y un bar. Café Cortázar, inaugurado en noviembre del 2015, reinventó la esquina de Cabrera y Medrano con un deseo: celebrar al Cronopio Mayor a través de placeres sensibles, que se conjugan para hacer de la ficción una experiencia real.
El Ciudadano charló con sus creadores y recorrió el lugar:
-¿Cómo surgió la idea de hacer este café sobre Cortázar?
– Los dueños del café siempre tuvieron la idea de una esquina que funcione como café literario y a Julio Cortázar como una cuenta pendiente. Para ellos, tenía que haber una esquina que lo recordara todos los días. Por qué Cortázar y no otro escritor, que es algo que nos suelen preguntar mucho, siempre decimos que todo escritor merecería su café literario, pero la realidad es que Cortázar tiene una llegada muy amplia a un sector variado de edades. Al principio, se pensaba que se podía transformar en un café para adolescentes. Eso era un prejuicio, porque vienen tanto desde adolescentes como personas mayores, familias enteras. Eso fue algo muy positivo.
-¿Qué contacto tenían con la literatura de Cortázar antes de abrir el bar?
-Éramos lectores, como la mayoría de las personas en Argentina, que siempre quisimos mucho su obra.
-La idea de Café Cortázar no es solo quedarse en la imagen de Cortázar como símbolo, sino también llevarlo a su obra, ¿no?.
-Exacto. Lo que siempre decimos, para no herir susceptibilidades, es que no es el primer café que lo recuerda a Cortázar, hay otros, incluso que remiten a nombres de alguna novela, como Rayuela. Sí es el primer café que buscó generar una propuesta temática, no solo a partir de la propuesta temática, sino también a partir de la propuesta cultural. Siempre hacemos eventos culturales relacionados sobre Cortázar, como la muestra fotográfica de Bernardo Cornejo Siempre empezó a llover o la semana pasada, por ejemplo, se presentó el libro de Editorial Chirimbote sobre Julio Cortázar para chicas y chicos. Siempre el hilo conductor es que sean obras inspiradas en Cortázar tanto en su vida o en su obra literaria.
-Fue muy bueno y muy instantáneo. Cortázar es un escritor que tiene tanto para dar que atrae a mucho público. Incluso el otro día, con la presentación del libro de Cortázar de Editorial Chirimbote, fue una revelación: todo el salón estaba lleno de niños, fue muy lindo verlo; el libro es increíble además, plantea una acercamiento para los chicos muy interesante.
– Creo que el momento más emocionante para todos fue la apertura que hicimos que se llamó «Encuentro Cronopio» donde estuvo Bernardo Cornejo mostrando su muestra fotográfica sobre el barrio y la casa donde vivió Cortázar en Buenos Aires, estuvo Nelly Schmalko -la actual propietaria de esa vivienda-, que contó una anécdota muy sensible: cómo Julio Cortázar la ayudó a pagar esa casa. Estuvo el poeta José Muchnik, que contó cómo fue el encuentro que tuvo con él; Horacio Spinetto, que es el artista plástico que diseño el logo del bar, que está inspirado en la célebre foto de Sara Facio. Fue emocionante y nos sentimos afortunados por estar cerca de esas personas, porque tuvieron un contacto con Cortázar que uno lamentablemente no tuvo. La intención de Café Cortázar, además del café en sí mismo, es reunir gente que se emociona con Cortázar, la literatura y la sensibilidad del arte en general. Mucha gente nos acercó historias y relatos, que es lo mejor que le puede pasar a Café Cortázar. Ser un espacio abierto y con la actitud de invitar y recibir al otro.
-Sí, por ejemplo hay mucha gente conocedora del hombre y su nombre, pero no del aspecto literario. Para mí este bar es una invitación. Además el Café Cortázar proponer acercarse a través de su biblioteca, que es algo que inauguramos hace muy poco. Tuvimos una donación de libros muy generosa del grupo editorial Random Mondadori House y después libros que fuimos comprando y rastreando. Hay algunas piezas que son de colección. Buscábamos eso, que la biblioteca fuera un primer acercamiento para esa gente.