Martín Becerra (47) es especialista en el estudio de los sistemas de medios de comunicación en América Latina y en los procesos de concentración de medios. Doctor en ciencias de la información por la Universidad Autónoma de Barcelona, Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), investigador independiente en el Conicet y profesor titular por concurso en la Universidad Nacional de Quilmes y en la UBA. También incursionó en el periodismo, publicando notas en Página/12, La Nación y Perfil. Publicó, junto a Sebastián Lacunza, el libro WikiMediaLeaks sobre los archivos de WikiLeaks no difundidos por los medios masivos de comunicación de América Latina.
Desde que asumió Macri, ¿cómo calificarías las políticas que tuvo en relación a la comunicación audiovisual?
Fueron políticas muy activas que intentan restaurar condiciones de regulación previas a las presidencias de Cristina Fernández, al año 2008 aproximadamente, porque durante la presidencia de Néstor Kirchner había muy buenas condiciones para los grupos concentrados. La regulación tanto de medios como de telecomunicaciones, hasta la primera presidencia de Cristina Fernández, fueron regulaciones muy funcionales al interés de los grupos más concentrados, más importantes. Creo que Macri intenta retrotraer la situación regulatoria hacia ese momento, con el problema de que el mapa de medios y de actividades de la comunicación convergentes con los medios ya no es el de 2008 ni va a volver a ser el de 2008, entonces es un juego medio de artificio el que intenta Macri.
¿En qué sentido sería un juego de artificio?
En el sentido de que hoy por hoy estas actividades tienen presencias como WhatsApp en el caso de las telecomunicaciones; o Netflix, solo por poner ejemplos. Hay muchos otros intermediarios y actores que son globales y que molestan a los operadores tradicionales, con lo cual retrotraer la situación regulatoria al momento pre-Cristina Fernández no va a tener el efecto esperado en definitiva. Sin embargo, esa es la intención del gobierno, que además lo hace por decreto. Eso violenta mucho el discurso republicanista que el PRO siempre sostuvo cuando era oposición al kirchnerismo, en el sentido de que el PRO se presentaba como una cara respetuosa de la institucionalidad frente a un gobierno que avasallaba la ley. Ese discurso hoy claramente está contradicho por la operatoria vía decreto y francamente sin debate, sin análisis, sin estudio. No solamente han decretado cambios sustanciales a las leyes vigentes, sino que también los resolvieron de modo sumario, con esto quiero decir sin estudios, sin análisis, sin poner en perspectiva situaciones claves del mercado.
¿En qué casos operaron de esa manera por ejemplo?
Por ejemplo, aprobaron la compra de Nextel por parte de Clarín, pero más importante que eso es que aprobaron el ingreso a Telecom por parte de Fintech, que es de un empresario que se llama David Martínez, cuando el propio DNU de Macri -o sea, ni siquiera la ley Audiovisual- dice que esa operatoria no podría realizarse dado que ese empresario, David Martínez, es al mismo tiempo accionista de una cableoperadora que es Cablevisión, y el decreto de Macri dice que no puede tener ni presencia directa ni indirecta. Un operador de telefonía como Telecom en una cableoperadora. Sin embargo, lo acaban de aprobar. Entonces, es un gobierno muy activo, que opera con decreto, que contradice la prédica republicana que tenía y que en general el sentido de su política hasta ahora en medios ha sido favorecer a los actores más concentrados del sector. También promete que en el plazo de un año va a haber un proyecto de ley superador del marco legal vigente.
El PRO se presentaba como una cara respetuosa de la institucionalidad frente a un gobierno que avasallaba la ley. Ese discurso hoy claramente está contradicho por la operatoria vía decreto y francamente sin debate, sin análisis, sin estudio. No solamente han decretado cambios sustanciales a las leyes vigentes, sino que también los resolvieron de modo sumario.
En el mercado de comunicaciones de Argentina hay dos grandes monopolios que son Telefónica y Clarín. Pareciera que las políticas de Macri están apuntando solo a beneficiar a Clarín, por lo menos en los decretos que sacó, ¿no?.
Yo creo que Clarín es el más beneficiado, pero no creo que Telefónica no lo sea. Por ejemplo, a Telefónica el gobierno acaba de autorizarle la suma de las tarifas de telefonía fija, que es un reclamo que Telefónica tenía desde hace 15 años, y este gobierno se lo acaba de facilitar. Yo creo que todos los actores concentrados, y que en Argentina son varios, porque Clarín y Telefónica son los más grandes, pero también está Telecom, donde ahora entró Martínez, el grupo de Cristóbal López y de Souza era un grupo efectivamente muy importante. Desde luego que no tenía la envergadura ni de Clarín ni de Telefónica, pero era importante, y ahora está en pleno proceso de implosión.
¿Y el grupo Vila-Manzano?
El grupo Vila-Manzano es un grupo importante que recibe muy buenas noticias, porque el grupo Vila-Mazano no solo recibe las buenas noticias que recibe Clarín, o sea que, por añadidura, como cableoperador, también alcanzan a Vila-Manzano, sino también que el gobierno acaba, por vía de DNU, de renovar todas las licencias audiovisuales, con lo cual Vila-Manzano también recibe por ahí. Hay muchos grupos que han sido beneficiados; el más beneficiado obviamente es el más importante, que es el Grupo Clarín.
En ese sentido, el rol de Aguad como ministro de Comunicaciones ¿cómo lo evaluás?
Hasta ahora ejecuta esa política, es el intérprete. No sé hasta qué punto la autoría es suya- Es una persona que desconoce el paño, lo cual en la historia argentina no es nuevo: los que regularon las comunicaciones muy raramente sabían del tema. Martín Sabbatella estaba antes y tampoco era una persona familiarizada con estos asuntos. Aguad ha sido un férreo opositor a la ley audiovisual del kirchnerismo, parecía más cómodo con la ley anterior que era la de la dictadura militar, y tiene, por lo menos en sus declaraciones públicas, una lógica de vendetta: afectó a los grupos y a las empresas que Aguad considera que son virtuosas, y entonces, su discurso por lo menos ha sido hasta ahora el de la restauración, el de tratar de llevar el tiempo atrás, que es algo que ya el bolero enseña que no es posible. Es una medida de ciencia ficción, pero bueno, él es el intérprete de esa política.
Aguad es una persona que desconoce el paño, lo cual en la historia argentina no es nuevo: los que regularon las comunicaciones muy raramente sabían del tema. Martín Sabbatella estaba antes y tampoco era una persona familiarizada con estos asuntos. Aguad ha sido un férreo opositor a la ley audiovisual del kirchnerismo, parecía más cómodo con la ley anterior que era la de la dictadura militar.
Y con respecto a la ley de medios sancionada durante el kirchnerismo, que prácticamente ya está derogada, ¿para vos cuáles eran sus virtudes?
Antes que nada es importante señalar que a ley no está derogada, los decretos de Macri lo que han hecho es afectar una parte de la ley, pero hay otra parte de la ley que sigue vigente. Creo que en términos de virtudes es una ley que reconoce derechos que la legislación no solamente argentina, sino en América Latina casi no había abordado hasta ese momento. Por ejemplo, reserva el 33% de las licencias para organizaciones sin fines de lucro, es decir, les da un lugar legal a organizaciones que estaban proscriptas por el marco legal anterior; señala que los medios del Estado deben ser públicos y no gubernamentales, lo cual, si se hubiera cumplido hubiese sido una innovación en la historia argentina: siempre los medios del Estado acá fueron gubernamentales. Establece que hay límites -moderados- a la concentración de la propiedad de grupos privados, con lo cual plantea que -y eso me parece bien en una legislación- la excesiva concentración afecta a la libertad de expresión de las mayorías, es decir, que restringe el pluralismo y la diversidad de opiniones y de puntos de vista. Establece exigencias de producción nacional, local, independiente. Todos esos puntos me parecen positivos. En definitiva, el debate en el que se enmarcó la ley enfatizó la cuestión de la concentración y de lo que llamaban la «democratización de la comunicación», que básicamente uno podría entender vinculado a que haya nuevos actores, sin fines de lucro en el sistema.
¿Y cuáles eran sus defectos?
Como aspectos que yo critico de la ley podría decir, por una parte, que hay una mirada muy inflexible, muy poco versátil, sobre la situación de los medios en Argentina. No es lo mismo la Ciudad de Buenos Aires, Rosario o Córdoba, por la escala económica que tiene la industria de medios en estas grandes ciudades, que la situación en Trelew, Tilcara o en Vera, provincia de Santa Fe. O sea, son escalas muy distintas y entonces la ley estuvo, de parte del gobierno anterior, redactada con una clara intención de minar y disminuir el tamaño de Clarín y de algún otro gran grupo, y las exigencias que se ponen para el funcionamiento de las empresas de comunicación que pueden llegar a ser válidas en la Ciudad de Buenos Aires, no lo son en el resto de la Argentina. Esa es una mirada que yo creo que a la ley le faltó, comprender que pasa en la Argentina de verdad, en el conjunto del territorio nacional. Por ejemplo, la exigencia de contenidos propios es incumplible fuera de las grandes ciudades. En segundo lugar, creo que es una ley que no resolvió las trampas que se podían hacer con respecto a la autonomía relativa del organismo regulador AFSCA o la programación de los medios del Estado. La ley dice que los medios estatales tienen que ser plurales, estimular la diversidad política, cultural, etc., pero después tenés al único programa político en seis años de la TV Pública que se dedica básicamente a denostar toda opinión que esté en contra de un sector del gobierno, ni siquiera con el total. La ley no ofrece instrumentos para corregir esa anomalía ni que la autoridad de la aplicación de la Ley de medios no funcione como un organismo colegiado y en cambio sea un organismo que dependía de una sola persona que era un delegado que cumplía órdenes, cosa que me consta, de alguien de la Casa Rosada. Es decir que autonomía relativa cero. Otro problema central que tenía, y ya no culpa del kirchnerismo, sino fruto de las negociaciones en el Congreso para que fuera aprobada, era que las telefónicas no pudieran dar servicios audiovisuales. Eso negaba la posibilidad de ofrecer servicios convergentes a los usuarios y en definitiva eso obturó el desarrollo de los servicios, lo cual no me parece bien. Ahora, en general, mi evalucación de la ley es positiva, estas son críticas mas bien secundarias.
¿Qué críticas harías a la aplicación de la ley?
Muchas. El kirchnerismo paradójicamente promovió la ley y una vez aprobada la incumplió.
En ese sentido, en los años en que se aplicó la ley, desde que fue aprobada, el kirchnerismo se excusaba diciendo que las causas judiciales que abría el grupo Clarín para frenarla le impedía aplicar el resto. ¿Qué opinión tenés al respecto?
Sí, esa es una excusa y es falso. Por ejemplo la ley dice que dentro de los 180 días posteriores a la aplicación de la norma, el Estado tiene que construir un plan técnico de frecuencias, es decir ordenar el espectro radioeléctrico y ver qué panorama hay en ese sentido. Eso es algo técnico. Ninguna causa judicial, jamás, frenó la posibilidad de que el Estado haga eso. Y en seis años y pico entre que se aprobó la ley y el kirchnerismo dejó el gobierno no lo hicieron. Si vos ni siquiera tenés mapeado cual es es estado del espectro radioeléctrico, mal podés democratizar los medios, ni abrir concursos, los cuales casi ni existieron durante el gobierno anterior. Es decir, las causas judiciales iniciadas por el Grupo Clarín afectaban solo a cuatro artículos de los 166 que posee la norma y de los 162 hubo pocas novedades.
¿Por qué creés que Macri no paga un costo político fuerte por dejar de lado la Ley de Medios?
Yo creo que tiene mucha relación con lo que hizo el kirchnerismo. Macri paga muy poco costo por desarmar un andamiaje regulatorio que fue poco respetado por quienes lo impulsaron. En ese sentido, Macri es más coherente: siempre estuvo en contra de la ley y ahora lo único que hace es desarmarla.
Macri paga muy poco costo por desarmar un andamiaje regulatorio que fue poco respetado por quienes lo impulsaron. En ese sentido, Macri es más coherente: siempre estuvo en contra de la ley y ahora lo único que hace es desarmarla.
Hace poco denunciaste que el gobierno de Macri, como los anteriores, negoció con los grandes medios a través de la pauta oficial para perdonarle deudas a los grandes medios privados. ¿Cómo es ese mecanismo?
Es un mecanismo que se aplica, por lo menos, desde Carlos Menem en adelante. Todos los gobiernos lo hicieron y ahora Macri también lo hace. La mayoría de las empresas periodísticas no pagan los aportes previsionales de sus empleados, incumplen obligaciones fiscales del tipo Impuesto al Valor Agregado (IVA), ingresos brutos, se atrasa en el pago de distintos impuestos. Lo que hace el gobierno es ofrecerle a los medios un plan a partir del cual se cancela esta deuda que es millonaria.
Vos hablabas de 2500 millones de pesos, ¿no?
Eso se acumuló entre 2003 y 2014, según el testimonio que yo recogí, quizás es bastante más. A cambios de esa deuda, el gobierno pide espacios en los distinto medios para campañas de bien público y de pauta oficial.
Entonces sería una forma de trasladar la deuda de las empresas privadas hacia el Estado.
Sí, para la sociedad en su conjunto, lo pagamos todos los contribuyentes. El típico ejemplo: la persona que va a comprar un litro de leche está pagando una parte de la deuda que contraen los empresarios de medios y que los distintos gobiernos graciosamente se la condonan.
Al principio de esta charla afirmaste que Macri le extendió la licencia a los medios para explotar el espectro público, ¿hasta qué fecha?
La extrensión es de cinco años y, además, facilita que luego la renovación sea automática. Es decir que en la práctica les dio 15 años más de explotación.
Los empresarios de medios no solamente hacen política, sino también tienen que atender a una audiencia. Cuando los gobiernos empiezan a decaer en el favor popular o electoral, los empresarios de medios huelen la sangre y obviamente aprovechan para pegarle a ese gobierno, aún cuando le haya dado 15 años de licencia extra, como Kirchner o Macri.
En el gobierno de Néstor Kirchner también ocurrió eso de extenderle automáticamente la licencia a sus adjudicatarios. ¿Por qué creés que pasa eso? ¿Qué peso tienen los medios acá en Argentina para que eso ocurra?
Mi interpretación es que los gobiernos lo hacen para ganarse el favor de los empresarios de medios y consideran que siendo tan concesivos con ellos van a obtener a cambio un trato editorial favorable. Yo creo que es una idea equivocada que tienen los políticos, porque los empresarios de medios no solamente hacen política, sino también tienen que atender a una audiencia. Cuando los gobiernos empiezan a decaer en el favor popular o electoral, los empresarios de medios huelen la sangre y obviamente aprovechan para pegarle a ese gobierno, aún cuando le haya dado 15 años de licencia extra, como Kirchner o Macri.
Claro, eso fue lo que ocurrió con el kirchnerismo.
Tal cual, no con Néstor Kirchner, porque con él excepto el diario La Nación, el resto fue muy oficialista. Pero con Cristina Fernández de Kirchner, cuando el humor social fue cambiando con la llamada «crisis del campo», Clarín no tuvo ningún problema en ponerse al servicio de la crítica y la oposición. Era el mismo gobierno, con sus cambios, que le había otorgado la fusión de Cablevisión con Multicanal.
Para terminar, ¿estos próximos cuatro años con Macri cómo los imaginas en materia de medios audiovisuales?
Si el gobierno continúa con estas medidas que acaba de tomar, el escenario va a ser de mayor concentración. En ese sentido, va a haber una actividad grande – la cual ya empezamos a ver- de compra y fusiones de grandes empresas con actores más pequeños de la cadena productiva. Eso es muy probable que continúe. Esa mayor concentración, entonces, no está alentada solamente por los cambios regulatorios del gobierno, sino tambien por la nueva situación económica que vive la Argentina, que es la contracción de actividad. Hay un gobierno que abre la compuerta regulatoria para que los grupos de medios crezca y al mismo tiempo hay una realidad económica que reduce los ingresos de los medios. Eso lleva a que las empresas pequeñas y medianas de la cadena productiva estén alentadas a vender, porque va a ingresar menos dinero y por consecuencia toda oferta de compra es tentadora.