Nos hemos conmovido por estos días con los brutales casos de femicidios ocurridos en nuestro país, por los titulares carajos de algunos medios quienes naturalizan las prácticas que violentan la figura y el derecho de las mujeres y porque temas delicados y que atraviesan directa e indefectiblemente a las féminas como lo es el aborto, han sacado a relucir los peores vicios, los juicios más vergonzosos de parte de quienes legislan por nosotros.
Es por lo mismo que nos permitimos reproducir en esta ocasión la carta subida por el sitio Naxio, en donde la voz que habla es la de una mujer que fue violada hace algún tiempo atrás.
Porque es un imperativo tener conciencia a diario de los vejámenes que sufren las mujeres de cualquier parte, es que reproducimos esta tremenda misiva a continuación:
Escribo esto porque sino no voy a poder estudiar esta noche, ni dormir, ni pensar, ni respirar bien. No sé bien a quién le escribo ni en propósito de qué, pero doy por sentado que cada quién se dará por aludido.
Tengo 20 años y en mi haber algunos que otros fracasos sentimentales, estudiantiles y familiares. También tengo sueños y manías, tengo caídas y manos amigas que me ayudan a levantarme. Y hoy, o mejor dicho, a partir del sábado 18 de abril, a determinada hora, en determinado lugar, tengo en mi haber, en este capítulo de mi vida, una violación.
Y les quiero explicar qué significa.
Se trata de un acto, un acto sexual contra mi voluntad. Se trata de que me falló la intuición y de que estuve en el lugar equivocado, en el momento equivocado, con la persona equivocada. En fin, se trata de un error que cometí.
Me subí a un taxi, acepté subirme a un auto porque quien conducía ese auto se ofreció a llevarme a mi casa, de la que no tenía llaves porque confié y creí amiga también a una persona equivocada. Y yo, en un momento de vulnerabilidad, me subí.
Les quiero contar por qué.
Me subí primero porque era un radiotaxi premium. Ese radiotaxi que los padres y tíos nos dicen que nos tomemos porque son más seguros. Ahí cometí el primer error.
Porque los violadores no sólo están en los callejones oscuros esperando para atacar o en las vías del tren. Los hay en las oficinas, en las confiterías, en las familias, en los parques y en los radiotaxis, al parecer, también.
Mi segundo error fue haber perdido el conocimiento. Así que sí, cometí dos errores. Pero les quiero hablar de la otra persona que estaba conmigo adentro de ese auto, de mi violador. De él, que, a diferencia de mí, que cometí dos errores, cometió un delito: la violación.
¿Quién no soy ni quiero ser?
No vine a este mundo a ser una mediocre. Así que no quiero serlo. No puedo seguir diciendo que esta bestia me arruinó la vida porque puedo hacerme cargo de los errores que cometí, pero no del delito que cometió él. Y la totalidad de mi vida no puede reducirse a que me haya violado un tipo que, dicho sea de paso, no sólo está prófugo sino que está libre. Para mí la libertad es lo más preciado que tenemos y él no se la merece.
Cada vez que me violó en contra de mi voluntad ensució, pisoteó, insultó y traicionó a la libertad. No quiero a este violador libre, lo quiero privado de su libertad, encerrado y hostigado, como estuve yo esa mañana adentro de ese auto.
Merezco volver a ser libre y volver a tener sueños. Merezco volver a sentir cosas lindas y no este veneno que tengo dentro mío. Merezco volver a reír con ganas y a llorar solo por lo que haga falta. Merezco tener una familia y unos amigos que puedan contar conmigo. Y si esto es mucho pedir, entonces, por lo menos merezco poder comer, dormir y estudiar. Merezco volver a confiar en alguien una vez más. Porque cuando te violan, el tiempo es denso y esperar es un espanto.
Quiero que la vida me deje de doler. Quiero que estar despierta sea un deseo y no una tortura. Quiero que dormir sea descansar y soñar con cosas lindas, no quiero más pesadillas con la cara de este animal (con perdón de los animales).
Quiero que a mi mamá no le duelan las sonrisas. No quiero que la gente me tenga lástima. Quiero que la gente quiera justicia.
Puede que jamás me olvide de esa eternidad en la que fui sometida a ese infierno de escuchar la respiración y la excitación de él mientras me violaba. Ni su cara de placer frente a la mía de pánico. Puede que nunca olvide su cara ni su voz. Pero tampoco voy a olvidar nunca qué merezco y quién soy y algún día me va a doler menos. Y la vida que tenía antes del 18 de abril (que hoy parece una utopía) algún día me pertenecerá de vuelta.
Me juré a mi misma que no voy a rendirme hasta que no haya justicia.
Manuela
PD: Nadie me hará creer jamás que fui, soy o seré culpable de que me hayan violado.