No es sorpresa que los bebés en Gran Bretaña no están siendo alimentados con leche materna: sus madres están demasiado ocupadas alzándose contra Jamie Oliver, quien ha sido criticado esta semana luego de emitir una polémica opinión. En la radio LBC, Oliver dijo que el bajo índice de lactancia materna era preocupante, y que iba a hacer una campaña para mejorarlo.
Por desgracia para el célebre chef, las mujeres están más alertas que nunca ante cualquier declacación relativa a que ‘dar pecho es lo mejor’. En la última década, las madres que no amamantan han tenido la sensación de que la sociedad se está ensañando contra ellas, juzgándolas por elegir métodos de alimentación alternativos. Luego de la entrevista a Oliver, muchas le dijeron que mejor volviera a la cocina.
«Como alguien que nunca ha amamantado, no creo que él debiera ser el rostro de esta campaña», opinó una oyente molesta. Otras lo han acusado de mansplaining –término usado para definir una instancia en que un hombre da cátedra paternalista a una mujer, generalmente acerca de una tema que la propia mujer conoce mejor. El consenso generalizado en las redes sociales es que, como Oliver no puede dar pecho, no tiene derecho a opinar acerca del tema.
Yo tampoco he amamantado jamás, pero ciertamente no veo esto como una razón para callar, y lo mismo opino de Oliver. De partida, como padre de cuatro hijos –y otro en camino– difícilmente está fuera de los debates y preocupaciones en torno al cuidado de hijos e hijas.
El hecho de que no fueran sus propios pechos los que hacían el trabajo, eso no significa que no pueda empatizar con los desafíos de la maternidad. Lo que es más pertinente, Oliver es un chef –y todos nos podríamos beneficiar de sus opiniones en temas dietarios.
Pero aún si él no fuera padre o chef, no importaría; no deberíamos simplemente excluir a las personas de un tema de discusión sólo por sus experiencias. Hay muchos ejemplos de personas que ofrecen valiosos consejos sobre situaciones que no han experimentado en carne propia. Por ejemplo, ¿debería el Profesor Robert Winston ser censurado de opinar acerca del embarazo porque él nunca estará embarazado? ¿Debería un experto en camaleones no dar consejos a los dueños de camaleones, porque él no es un camaleón? Si uno lleva esto a su conclusión lógica, el argumento no tiene sentido.
Todos deberíamos tener derecho a dar a conocer nuestros puntos de vista acerca de algo que afecta a toda la sociedad.
Lo que encuentro más deprimente de todo es que Oliver tenía algo sensato que decir acerca del tema de la lactancia. Él había leído las estadísticas; éstas cuentan una historia problemática: Gran Bretaña tiene uno de los más bajos índices en lactancia materna. Sólo 1 entre 200 bebés ha sido amamantado hasta los 12 meses.
Tenemos una cultura que estigmatiza, donde las madres se sienten avergonzadas de amamantar a sus hijos e hijas en público. En algunos casos han sido aisladas y excluídas de restaurantes u otros espacios públicos por estar comprometidas en esta actividad natural.
Claramente algo debe cambiar. Pero cualquier clase de defensa de la lactancia materna se ve como opresión hacia aquellas que no pueden hacerlo. Entiendo que para muchas mujeres es difícil y doloroso –pero cuando tiene tantos desenlaces positivos, la promovemos por un bien mayor.
Es un mito pensar que la comunidad que no amamanta es la que está silenciada; por años [ellas] han dado a conocer sus dificultades, y están equivocadas al asumir que la mayoría de la gente las juzga por su opción.
Pero no debemos ser demasiado sensibles con ellas como para encubrir los beneficios de la lactancia materna. Es importante –y si es un hombre quien nos recuerda a todos ese hecho, entonces que así sea.
Columna de opinión de Charlotte Gill, publicada originamente en The Independent.
Traducción, El Ciudadano.