En la zona abisal del océano, un área del mar oscura y profunda donde habitan misteriosas especies, hay una gran riqueza de recursos proteicos. Aunque la comunidad científica afirma que cualquier posible explotación debiera ser realizada con precaución, la vida en la penumbra oceánica es una gran fuente potencial de pescado y ácidos Omega 3, los que podrían significar una solución para alimentar a la población mundial.
A una profundidad de entre 200 y 1.000 metros, la luz del sol no llega a iluminar las aguas del mar. En estas zonas los peces más comunes son los peces linterna –considerado como el vertebrado más abundante del planeta. De estos peces, llamados mictófidos, hasta el momento se conocen 245 especies, las que miden de 10 a 15 cm y se distribuyen por todo el océano, informa la agencia Sinc.
Estos peces se pueden detectar acústicamente hasta 500 metros, y junto con algunos calamares y crustáceos, suelen migrar hacia áreas cercanas a la superficie para alimentarse. Se estima que en esa zona todavía hay un millón de especies que no han sido descritas.
Con este panorama de biodiversidad, ha aumentado el interés en un sector pesquero que podría dedicarse a su extracción, pero aún no existen normativas para tal actividad. Es por esto que resulta complicado evaluar la resiliencia de la comunidad biológica que ahí habita, y desarrollar estrategias de pesca sostenibles.
Pero en la revista Frontiers in Marine Science, un equipo de investigadores de Dinamarca, Reino Unido, Portugal y España, liderado por Xabier Irigoien, del centro tecnológico español AZTI, publicó un artículo llamando a la atención sobre una de las regiones menos estudiadas de los océanos, destacando el papel que tiene esta comunidad biológica en el mantenimiento de la biodiversidad y su influencia en el equilibrio climático.
Para definir los límites de una explotación pesquera sostenible en zona abisal del océano, es necesario conocer la biología de sus poblaciones. Hasta ahora, entre los conocimientos que hay sobre estas comunidades, se sabe que son fuente de alimento para una gran cantidad de especies importantes; entre las cuales hay atunes, tiburones o ballenas.
Además, las comunidades de las aguas profundas juegan un papel importante en la regulación del clima. Debido a sus migraciones a las capas superficiales de agua, en las que se alimentan de plancton, estas especies transportan carbono hacia el interior del océano. La consecuencia lógica de este mecanismo es una amortización del efecto del CO2 sobre el calentamiento global.
Actualmente no hay una gran presión pesquera sobre esta comunidad, pero es muy probable que en el futuro sí la haya. Las técnicas pesqueras que existen ahora no serían efectivas, pero de acuerdo a algunos investigadores, una forma viable de explotación podría ser extraer ácidos grasos de estas especies.
El Ciudadano