Cuando una persona padece un cáncer o cualquier enfermedad terminal, la medicina siempre aplica tratamientos que buscan encontrar la cura. Sin embargo, también existen procedimientos que más que someter a los enfermos a duras y extenuantes jornadas buscan darle una mejor condición de vida junto a la enfermedad haciendo más llevadero el proceso hacia la muerte.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), desde 1987, define a la medicina paliativa como el área de la medicina dedicada a la asistencia activa y total de los pacientes y sus familias por un equipo interdisciplinario cuando la enfermedad del paciente no responde al tratamiento curativo. Los procedimientos deben encaminarse al alivio del dolor y otros síntomas de su enfermedad, pero también al respeto de las necesidades y derechos del enfermo para dignificar su vida.
La medicina paliativa basa su fundamento en otorgar a los enfermos terminales una atención integral y a aprender a convivir con su enfermedad. Los pacientes, por lo general, antes de que su cuerpo ya no responda a los tratamientos tradicionales de la medicina como quimioterapia, radioterapia, cirugía extractiva de tumores e incluso a medicación, están en condiciones de decidir entre continuar hasta las últimas consecuencias para encontrar el freno al avance de la enfermedad u optar por seguir un proceso menos invasivo que les permita disfrutar los últimos momentos de mejor forma.
Entre los principios básicos de la medicina paliativa se menciona que lo primero que debe haber es una atención integral, que tenga en cuenta los aspectos físicos, emocionales, sociales y espirituales. También el enfermo y la familia son la unidad a tratar, ya que ésta es el núcleo fundamental del apoyo al enfermo. Por su parte, la promoción de la autonomía y la dignidad al enfermo tienen que regir en las decisiones terapéuticas, haciendo de éste un sujeto autónomo de sus opciones de vida, y por último, tener destacada importancia el ambiente de respeto, confort, soporte y conciencia de la real situación del enfermo y conducir las terapias por sobre las expectativas de vida.
Ahora, en específico, la medicina paliativa se concentra en: usos de medicinas alternativas y tradicionales para paliar el dolor o contrarrestar efectos colaterales en los sistemas digestivos, respiratorios y epidérmicos, una alimentación y nutrición sana, la debida preparación psicológica para asumir el proceso hacia la muerte y el duelo.
Los cuidados paliativos no acortan ni alargan la vida; a través de ellos se busca que los síntomas presentes por la enfermedad sean más llevaderos, como el dolor, angustia, culpa, resentimiento, miedo o falta de apetito, entre otros.
Existen 42 unidades de cuidados paliativos del dolor y enfermedades terminales en Chile que funcionan en la red de salud pública hospitalaria y en el ámbito ambulatorio. Mientras que en el sector privado el principal centro de atención es la Clínica de la Familia fundada por el Padre Baldo Santi, cuyo eje central es la atención de enfermos terminales de VIH que no cuentan con recursos para costear los tratamientos.
En definitiva, la medicina paliativa es, ni más ni menos, que un cambio de mentalidad ante el paciente terminal. Es saber que, cuando ya no se puede curar, aún podemos cuidar; es la conciencia de cuándo se debe iniciar ese cambio: si no puedes curar, alivia; y si no puedes aliviar; por lo menos consuela.
Por Claudia Pedreros Saá
El Ciudadano