Las primeras inquietudes
Foto: María Faux
María Riot (24) en realidad se llama Florencia y nació en la zona oeste del conurbano bonaerense. Desde chica se interesó por el mundo sexual, aunque de adolescente quiso ser una estrella con la música. «Siempre tuve el sueño de hacer plata con una banda de música famosa- cuenta María-. Después me di cuenta que esas cosas no pasan mágicamente».
Con el paso del tiempo, se dio cuenta que lo suyo no era trabajar de moza 9 horas ni encerrarse en la oficina, por lo que empezó en el negocio de las webcams sexuales. «Yo ya había hecho show en webcams antes, pero gratis. Pensé que eran todos así, por amor al arte, pero me di cuenta que mucha gente lo capitalizaba y gracias a eso vivía», relata
¿Cuándo empezó tu inquietud o tu interés por el mundo del porno?
Siempre me interesaron los trabajos sexuales. Me llamaron la atención desde muy chica, cuando en los diarios vi los clasificados de las chicas que ponían anuncios, las prostitutas. Me daba curiosidad y quería saber qué era. Yo tenía 12 años aproximadamente. Después, en toda la adolescencia me volqué más a todo lo que es la música y eso lo dejé de lado. A los 18 años descubrí lo que era el Riot grrrl (NdE: Riot Grrrl es un movimiento feminista, ligado a la escena alternativa, nacido en los primeros 90s principalmente en el estado de Washington, con fuerte influencia en España) y todo el movimiento feminista pro sexualidad y empoderamiento del cuerpo. Eso hizo adentrarme más en lo que son las teorías y las distintas corrientes. Investigando del tema y debatiendo en facebook sobre esta temática encontré gente que era trabajadora y me incentivó a preguntarles cómo lo hacían, por qué, y ahí empecé a hacerlo yo también.
¿Qué fue lo primero que hiciste?
Mi primer acercamiento fue trabajando en webcams. Una conocida mía trabajaba en un estudio en el barrio de Palermo (Ciudad de Buenos Aires), que funcionaba como una oficina: ibas a la 7am, fichabas y cumplías un horario. Yo ya había hecho show en webcams antes, pero gratis. Pensé que eran todos así, por amor al arte, pero me di cuenta que mucha gente lo capitalizaba y gracias a eso vivía. Al principio tenía expectativas muy altas, me gustaba mucho el trabajo, pero después me di cuenta que no era tan fácil ganar plata con eso: había que dedicarle mucho esfuerzo y paciencia. Sin embargo, me parecía mejor que otros trabajos en los que yo estaba.
¿Cómo cuales?
Por ejemplo restaurantes donde estaba 9hs y ganaba muy poco por hora. Este trabajo me resultaba más divertido, me presentaba desafíos artísticos, ya que tenía que ser creativo para atraer más gente a mis webcams. Eso fue lo que me hizo llevar a pensar porqué no hacer otro tipo de trabajo sexual, ver cuáles eran mis límites, mis expectativas. Además, en el trabajo sexual sí encontré esa idea de representar un movimiento y un activismo político atrás, que me interesaba mucho más que estar sirviéndole café a alguien. Entiendo y respeto, igual, a las personas que sí hacen a esos trabajos.
En el trabajo sexual sí encontré esa idea de representar un movimiento y un activismo político atrás, que me interesaba mucho más que estar sirviéndole café a alguien. Entiendo y respeto, igual, a las personas que sí hacen a esos trabajos.
Los prejuicios de la sociedad y el trabajo sexual
La elección del nombre, contó alguna vez, es porque «María» es un nombre amable y «Riot» suena combativo. No solo eso, también es un homenaje a ese movimiento que tanto la influyó desde su adolescencia: el movimiento Riot Grrrl.
María, además de ser actriz porno, es prostituta y alza la bandera del trabajo sexual para tirar abajo los mitos que lo rodean y la falta de marcos legales por parte de los Estados. Sin embargo, el camino a recorrer no es fácil. Por ejemplo, su familia sabe en parte a qué se dedica
Con tus años de experiencia a cuestas, ¿cómo fue cargar con el prejuicio social al principio? Ya sea a nivel familiar como de amigos y conocidos.
Mi papás saben, pero sólo una parte. Nunca me senté a hablarlo con ellos. Siento que en algún momento se va a dar. Sí mis hermanos saben un poco más, pero no todo. De todas formas, mis padres son muy abiertos, son jóvenes, y yo creo que saben pero no quieren hablar del tema. Con mis amigos al principio a mí me costaba muchísimo, pero tenía más miedo y prejuicios yo que mis amigos. La respuesta de ellos fue positiva, de compañerismo y dar apoyo. En cambio, sí me costó más el tema de contar que también trabajaba de prostituta.
Claro, el trabajo de prostituta carga con más prejuicios aún que el de actriz porno, ¿no?
Sí, la prostitución se la ve como algo sucio, marginal, relacionado a las mafias, a las drogas. Si uno pone «prostitutas» en Google salen imágenes terribles y todo el mundo cree el ambiente es ese, cuando en realidad descubrí que había un montón de personas que era prostitutas y prostitutos que mostraban otra cosa totalmente distinta. Hasta la palabra «prostituta» se utiliza para insultar o rebajar a otro. Creo que el apropiarse de esas palabras, decir «soy puta», también la termina reivindicando.
«Descubrí que había un montón de personas que era prostitutas y prostitutos que mostraban otra cosa totalmente distinta. Hasta la palabra «prostituta» se utiliza para insultar o rebajar a otro. Creo que el apropiarse de esas palabras, decir «soy puta», también reivindica esas palabras»
Es un trabajo de resignificación.
Exacto, las pone de otro lugar, las resignifica. Y también hace dar cuenta a la gente que esos prejuicios que tiene son vacíos y basados en preconceptos, nunca se sentaron a investigar. A mí también me había pasado eso. En ese sentido, ahora estoy colaborando con la asociación de prostitutas Ammar, donde estamos dando charla sobre trabajo sexual. Con el porno sí me fue más fácil, porque se lo piensa como algo más glamoroso o con fines artísticos de por medio. Me he encontrado con gente que apoyaba que hiciera porno pero no que tuviera clientes que te paguen por tener una hora de sexo, cuando yo en realidad veo que hay más exposición haciendo porno, donde una película va a estar toda la vida en Internet. En cambio, cuando yo veo a un cliente nadie me vio, nadie sabe, se terminó ahí. Esto es parte de toda una cultura.
¿Cómo definirías a esa cultura?
Es una cultura que culpa al placer sexual y estigmatiza a quienes no solo tienen relaciones sexuales con quienes eligen por gusto, sino también por dinero. En realidad todos vendemos nuestro cuerpo o un servicio a través de él, ya sea cuando estaba en el restaurante sirviendo café o limpiando los baños o cuando doy placer sexual. A la vez recibo placer y dinero a través de ello, ya sea webcam, un hotel o en una filmación.
¿Te pasa, como con otros trabajos, que hay días que uno tiene más o menos ganas y prefiere quedarse durmiendo? ¿O siempre te despierta ese interés o inquietud?
La verdad que siempre me lo tomo muy relajado. Lo que tiene el trabajo sexual es que te da esa libertad de elegir cuándo querés trabajar, no tenés horarios fijos, sos tu propio jefe. Acá uno es su propio emprendimiento, la propia empresa. Utilizás el marketing en vos mismo y no en productos para vender. Sí me ha pasado donde elijo no trabajar y dedicarme a otras cosas. Sé que esa libertad no la tendría en otros trabajos. Gracias a ser trabajadora sexual, por ejemplo, puedo dedicar la mayoría del día en hacer activismo por el derecho de los animales y darme lujos como viajar o donar dinero cuando puedo para alguna campaña. Mi meta es mi propio bienestar y el de los demás. Por ahora elijo esto, no descarto la posibilidad de tener un trabajo en algún momento. Por ejemplo, quiero empezar cine o cosas relacionadas con la fotografía para empezar mi propia productora de cine erótico acá en Argentina. A veces estamos destinados a una sola cosa: la mujer a que sea la madre de la familia, a que el padre trabaje todo el día para sustentar esa familia, que uno se dedique solo a lo que estudió. Creo que hoy las cosas están cambiando.
El activismo detrás del placer
María/Florencia fue una de las fundadoras de la primer sede de «Animal Libre» en Argentina, que se autodefine como «una ONG Internacional que trabaja constantemente para buscar el respeto y consideración moral hacia los demás animales».
Al respecto, María cuenta: «Yo siempre admiré el trabajo de Animal Libre en Chile, donde hace más de 5 años que vienen haciendo un esfuerzo y una labor increíble»
¿Cómo es tu participación en Animal Libre Argentina?
Soy activista y una de las fundadoras. Yo soy vegana hace 4 años ya. Antes, cuando era vegetariana, lo primero que me motivó fue el activismo, el hecho de hacer algo. Eso sentía que era para mí. Con un grupo de amigos y compañeros decidimos empezarlo en Argentina. Llevamos un año, cada vez hay más activistas, más actividades, se están extendiendo los equipos por todo el país.
¿Cómo fue recibido por la gente?
Uno a veces no se da cuenta del impacto que está teniendo, la gente en la calle nos agradece porque nunca habían visto un video de un matadero, por ejemplo. No tenían idea sobre la realidad de los animales y ahí te das cuenta que todo el esfuerzo tiene resultados.
Un día puedo ir y presentar un proyecto de ley con una senadora y al otro filmar una película porno sin dejar de ser una persona seria y comprometida
¿Cómo conviven en vos tu faceta como activista y la de actriz porno?
Uno de mis miedos era que al ser activista tendría que presentar una imagen «seria» y «correcta», por lo que durante mucho tiempo me callé. No quería mezclar las cosas. Después me di cuenta que yo me quejaba de los prejuicios de la sociedad y yo estaba aportando a que eso siga. Las personas que deciden decir que son actores porno o trabajadores sexuales quedan encasilladas en esa etiqueta y solo tienen que hacer eso, pasan a ser marginales, poco respetadas. Eso está cambiando. Hay actrices porno que ahora son candidatas políticas en el mundo, hay asociaciones de prostitutas que se están metiendo en la política para cambiar las leyes desde adentro. Yo me di cuenta que también podía aportar a ese cambio: un día puedo ir y presentar un proyecto de ley con una senadora y al otro filmar una película porno sin dejar de ser una persona seria y comprometida. Me gustaría que la sociedad de un vuelco, que realmente se despoje de todos los tabúes que tiene, esa es una mis metas en mi vida.
Me gustaría que la sociedad de un vuelco, que realmente se despoje de todos los tabúes que tiene, esa es una mis metas en mi vida.
En la dirección de lo que venías planteando, el porno al ser algo tan masivo, sobretodo ahora con Internet, es una buena vía para mostrar esos mensajes, ¿no? Vos siempre hacés referencia al «porno con mensaje».
Por eso el porno va más allá del sexo para mí, me interesa todo el activismo que hay detrás. Antes siempre pensaba que el porno era lo que se suele pensar: una rubia escultural en una orgía. Después, investigando sobre el tema descubrí a Amarna Miller, una actriz que tenía una productora de porno alternativo y toda una historia en ese rubro. Ahí me encuentro con otro mundo que desconocía y que tal vez era donde yo necesitaba involucrarme para poder hacer ese activismo del que hablaba antes, vinculado a la autoaceptación, a la diversidad, a las nuevas, ideas. Encontré en el porno alternativo feminista una manera de expresarme y hacer ese aporte. Cada vez hay más personas interesadas en verlo y en hacer más producciones.
«La pornografía se puede usar para hablar de muchas cosas a las que no estamos acostumbrados»
El porno feminista propone una nueva visión en la industria del entretenimiento sexual: plantear la igualdad de género también en las escenas sexuales. » Muchas veces el placer de la mujer se ningunea, se deja de lado. Los hombres pasan a ser solo un pene, el cual tiene que penetrar a toda costa», señala María.
Eso que a priori puede no parecer muy importante, trae consecuencias negativas en muchas personas que usan a la pornografía mainstream como modelo a seguir a la hora de aprender sobre sexo. En esa dirección, María Riot marca: «Hay un montón de mujeres que confiesan que no suelen disfrutar del sexo, donde hay hombres que no saben tocar a una mujer»
¿Cuál es tu opinión sobre el porno mainstream?
No es que las producciones masivas me parezcan malas, pero sí hay cosas que no me gustan y creo que deberían cambiar. Por ejemplo hay una visión de la sexualidad dirigida solo al placer del hombre. Muchas veces el placer de la mujer se ningunea, se deja de lado. Los hombres pasan a ser solo un pene, el cual tiene que penetrar a toda costa, sin lubricación, sin una previa. Eso, sumado a la falta de una buena educación sexual en el colegio, hace que tomemos la pornografía como lo que nos enseña a tener sexo. Ahí hay dos problemas: la falta de esa buena educación que nos lleva a buscar en la pornografía y la falta de diversidad que hace pensar que esa es la norma: todos los hombres deben tener penes gigantes, las mujeres siempre dispuestas y calientes, sin importar si tienen un orgasmo o no.
Hay dos problemas: la falta de esa buena educación que nos lleva a buscar en la pornografía y la falta de diversidad que hace pensar que esa es la norma: todos los hombres deben tener penes gigantes, las mujeres siempre dispuestas y calientes, sin importar si tienen un orgasmo o no.
Todo eso después se ve reflejado en la vida sexual cotidiana tanto de hombres y mujeres, ¿no?
Claro, hay un montón de mujeres que confiesan que no suelen disfrutar del sexo, donde hay hombres que no saben tocar a una mujer. No tienen idea de qué es un orgasmo femenino, o se asustan si lo tiene, porque eso no se enseñan ni las vemos en los videos porno mainstream. Por suerte, cada vez más hay distintos tipos de videos, pero el mainstream sigue siendo lo más popular.
En esa dirección, una de las diferencias más notorias que pude ver entre el porno feminista y el mainstream es la importancia y el enfoque que se le da a la penetración y al pene erecto. En el feminista hay imágenes que se centran en los dos cuerpos juntos o en los gestos.
Sí, hay una idea de que el porno tiene que ser super explícito y que estén los genitales en primer plano, cuando en realidad uno puede excitarse con el erotismo, con la sugerencia, con lo gestual. Hay mucha gente que quiere ver porno más allá de la masturbación del día, sino por placer estético. Este porno alternativo y feminista apunta a eso. También está bueno que se puedan mostrar otro tipo de cuerpos teniendo sexo, porque se suele pensar que las únicas que lo pueden tener son las personas tonificadas, musculosas. Los que son distintos pasan a ser fetiche, algo raro, catalogado.
Claro, lo que se catalogaría como «porno natural».
Sí, que incluya a todos, también a los socialmente aceptados como bellos. Todos tenemos sexo. Se ningunea a las personas con capacidades diferentes, algo que el documental Yes, we fuck muestra. Antes nunca había pensado en que las personas en silla de ruedas tenían sexo, me sentí muy ignorante, muy avergonzada de mí misma.
«Con el porno se pueden hacer muchas cosas. El porno es una herramienta como la música o pintar un cuadro»
En definitiva, desde tu visión el porno puede aportar un mensaje político y un mensaje estético al mismo tiempo, más allá de lo estrictamente sexual.
Yo creo que sí, con el porno se pueden hacer muchas cosas. El porno es una herramienta como la música o pintar un cuadro. Podemos usarlo solo para mostrar gente teniendo sexo o como medio para mostrar una sexualidad, pensar sobre ella, nuestras formas de vivir la desnudez y la atracción. Una de los últimos proyectos en los que trabajé es una serie sobre poliamor y sexo que se llama Cornucopia X. No es solamente un video de sexo, sino además se puede ver como uno puede vivir sus relaciones desde otra manera. En la página hay textos sobre el poliamor y las relaciones alternativas a lo que siempre nos enseñaron. La pornografía, entonces, se puede usar para hablar de muchas cosas a las que no estamos acostumbrados. Y esa es una de mis metas.
Ser una trabajadora sexual y actriz porno, ¿como afectó tu vida sexual privada a la hora de mantener una relación?
Me pasó que muchas personas no pueden aceptar que viva mi vida y mi sexualidad tan libremente. Eso me hizo perder alguna amistad o posible pareja, pero la verdad que eso no me quita el sueño. Quiero estar con una persona que tenga mi misma visión, mis mismos conceptos acerca de lo que es vivir la vida. Sí, obviamente, disfruto mi sexualidad personal más allá de mi ámbito laboral. Lo que sí me hadado ser una trabajadora sexual es el valorarme más. Ahora soy más de decir «no» que antes. Me hizo entender que el decir que «no» y «sí» es algo simple y que todos debemos hacer. Antes capaz decía que sí por el simple hecho de decirlo y sin tener ganas de estar con esa otra persona.
Por último, ¿qué pasos creés que falta dar acá en Argentina y en Sudamérica para desterrar el tabú con respecto al trabajo sexual y, sobretodo, el amparo legal por parte del Estado que muchas veces no se da?
Creo que lo que falta es más visibilización por parte de los medios de comunicación. En Chile se ha hecho bastante bien gracias a Josecarlo Henríquez, un activista feminista por el trabajo sexual. Más allá de que tal vez la televisión lo llevó por el lado del morbo y el rating, creo que ha mostrado esa parte del trabajo sexual de la que no se habla: la prostitución masculina. Siempre se habla de la pobre mujer sufrida que tiene que ser prostituta y no se habla de la elección ni de los hombres que la ejercen. En Argentina la agrupación Ammar ha hecho y hace un trabajo muy bueno. Aún falta mucho mucho más. Creo que realmente es necesario visibilizar y hablar del tema, una actriz porno no es alguien que solo sube selfies con poca ropa. Es una persona que puede hablar, tener un pensamiento crítico sobre la sociedad y sobre lo que la rodea.