Nueva ley en Uganda: Padres enfrentarán penas de cárcel si no vacunan a sus hijos

Hay niños que mueren por no recibir sus vacunas; brotes de enfermedades que bien podrían ser prevenidas, como el sarampión, están afectando la salud y matando a personas que se podrían salvar por 20 segundos de inoculación. Dos millones de niños mueren cada año por no haber sido vacunados por sus padres. No existe evidencia alguna de que las vacunas causen algún daño considerable, pero se siguen difundiendo campañas de desinformación, y finalmente los afectados son los más vulnerables.

Algunos gobiernos han tomado medidas severas contra el movimiento antivacunas. Hace poco Australia declaró recientemente que los padres perderán las subvenciones de bienestar familiar si no vacunan a sus hijos. Ahora, el gobierno de Uganda anunció que habrá hasta seis años de cárcel para los padres que no inmunizen a sus hijos, informa BBC News.

La ley fue firmada este mes por el presidente Yoweri Museveni, y requerirá que los niños tengan un carnet de salud con el registro actualizado de sus vacunas. La parte polémica de la decisión del gobierno es que, de no estar con todas sus vacunas al día, los niños no recibirán una educación. Esto es chocante, pero ocurre que la situación de la salud pública en muchos países de África es más grave que en las culturas tecnológicamente desarrolladas; la infraestructura médica y de salud en Uganda no está al nivel de los países ricos y, como resultado de esto, hay muchas personas que mueren por enfermedades que podrían ser prevenidas, como poliomelitis o sarampión.

Sin embargo los esfuerzos por inmunizar a los niños han impulsado grandes avances en la última década, según la Organización Mundial de la Salud. En abril de 2009, Uganda vacunó a más de 2,3 millones de niños contra la polio, en resouesta a un repentino rebrote de la enfermedad. En 1990, la tasa de inmunización por difteria en el mismo país fue de sólo 40%, pero hacia el 2015 aumentó a casi 80%, informa IFLScience.

Si las circunstancias han mejorado, ¿por qué se ha introducido esta nueva ley? Es una respuesta a las fuertes campañas en contra de la vacunación. En este caso, un grupo religioso llamado «666» está promoviendo la ideología anti vacunación a través de Uganda, haciendo creer a los padres que la inmunización por vías convencionales necesarias. El grupo, que también se llama «La gente del Gospel», ha prohibido la entrada de funcionarios de salud a las villas, argumentando que los médicos tradicionales podrán curar todas las enfermedades. Ellos afirman que el mundo está entrando al fin de los tiempos y que el apocalipsis es inminente. Su retórica es confusa, mezcla del imaginario religioso cristiano con el conocimiento ancestral de los médicos chamanes, y su discurso infunde temor en varias zonas del país. El hecho es que hay enfermedades específicas que son evitadas con la vacunación convencional, la que ha demostrado su efectividad, y son las propias personas quienes están en riesgo si no toman esta opción.

«[El grupo] comenzó en algunos lugares del este de Uganda, pero ahora se ha esparcido y les vemos en todo el país», cuenta la Ministra de Salud Sarah Opendi a BBC News. La nueva ley podría lograr un avance en la reducción de niños ugandeses sin vacunar, cuya proporción se estima en un 3% por el gobierno.

Pero no hay que apresurarse a hacer un juicio estigmatizante hacia la cultra africana. Este problema no es exclusivo de Uganda. En países más ricos, desarrollados y con acceso masivo a la salud pública y la educación librepensadora, las campañas antivacunación también se siguen popularizando. En Estados Unidos, el sarampión se había terminado de erradicar completamente hacia el año 2000, y ahora está rebrotando, con 9 millones de niños estadounidenses que lo están contrayendo

La comunidad científica está poniendo el hombro, y la última acción que tomó lugar en la opición pública y los medios, fue el discutido caso en que investigadores, expertos y cineastas ciestionaron la exhibición de un documental antivacunas en el festival de cine  de Tribeca.

Fuente, IFLScience

CCV, El Ciudadano