Cada vez son más los chilenos que anhelan libertad y pluralidad en los medios de comunicación. El ocultamiento durante casi dos meses de la huelga de hambre de los presos políticos Mapuche, el reality de la Mina San José, la delincuencia común elevada a categoría estelar mientras se omite o se oculta la delincuencia de cuello y corbata, el fútbol de tercera categoría utilizado como cortina de humo y las coletillas sobre famosillos conocidos sólo por sus escándalos de poca monta, se suman a la omisión total de lo que pasa en el Chile real y convierten la exigencia de libertad y de pluralidad en una necesidad vital.
¿Cómo recuperar los derechos ciudadanos si la información la posee y la manipula un puñado de oligarcas? Además de contar con un orden institucional, político y social diseñado ex profeso para la acumulación y la concentración de la riqueza, los grupos económicos tienen el control total de los medios. Partiendo, el de los seis medios escritos de mayor circulación territorial: El Mercurio, La Tercera, La Segunda, La Cuarta, Las Últimas Noticias y La Nación.
En la TV el cuadro es el mismo. Los grupos económicos controlan los seis principales canales de cobertura nacional y multi-regional: Red TV, UCV-TV, Mega, TVN, CHV, C13. En el ámbito de la radiodifusión el panorama no mejora. El control total de los medios por parte de los grupos económicos -equivalente al que ejercen las dictaduras-, se produjo gracias a la obsecuencia de la Concertación, a su docilidad frente a los grandes capitales de los cuales terminó por ser la sirviente. Ella, la Concertación, allanó el camino para que el desarrollo y la presencia de los medios fuesen determinados por el juego del mercado, juego en el que algunos magnates participan con cartas marcadas y con dados cargados.
Adiós pues a la libertad de prensa y de expresión, adiós a la pluralidad. De ese modo terminó imponiéndose el periodismo tarifado, dócil, amaestrado. El o la periodista que no respeta la “pauta” no sale en la foto. Quien realiza una entrevista debe limitarse a una servil complacencia. Este es el resultado de la frase infame que la Concertación transformó en dogma: “La mejor política de medios es no tener política de medios”.
El mercado y la dominación del dinero le permiten a la costra dominante definir la “imagen país”, tan alejada del Chile real. Así, el capital y sus medios de comunicación ideológicamente afines se han hecho interdependientes. La sobrevivencia de los actuales medios depende de un ordenamiento favorable al capital, y el capital se reproduce de forma más expedita si el sistema de medios ideológicamente afín controla el tráfico de mensajes masivos en la sociedad.
¿Qué alternativas deja este sistema de medios altamente concentrado y en colusión con los amos del gran capital? Pocas, pero variadas. Medios digitales, emisiones radiales y esfuerzos colectivos en la prensa escrita son algunos ejemplos. El suplemento “Politika”, inserto en El Ciudadano, es uno de ellos. La emisión dominical “Lóbulo Varietal”, en Radio Universidad de Chile es otro. La principal dificultad reside más en la voluntad de unir que en la capacidad de generar contenidos de calidad. Disponer de un medio propio es el sueño del pibe: prensa, TV digital o radio comunitaria. Pero en casi cuarenta años de dominación autoritaria ha ido quedando en evidencia que la dispersión no ayuda: Mata.
Rescatar la libertad y la pluralidad de expresión requiere un esfuerzo colectivo y ciudadano. En Chile falta más distribución de la riqueza, pero también hace falta más distribución de la palabra. Yo me apunto para fortalecer los pocos medios alternativos que existen, ¿Alguien se suma?
Por Salvador Muñoz
Polítika, primera quincena setiembre 2010
El Ciudadano N°87