El movimiento modernista, en el Brasil, surge en San Pablo en la década del 20. Esta ciudad se estaba transformando gracias a un proceso creciente de industrialización, a la vez que los inmigrantes que estaban llegando traían nuevos hábitos y formas de vida.
En este contexto, con el firme deseo de destruir la tradición académica reinante, intelectuales y artistas —que habían realizado su formación en Europa— se reúnen y llevan a cabo la Semana de Arte Moderno, que constituyó un hito del modernismo brasileño.
La construcción de la modernidad y de la identidad nacional, en los países de América Latina, son las caras de una misma moneda. En este sentido, Tarsila do Amaral comienza a pensar en la necesidad de volver hacia sus raíces, indagando acerca del concepto de la «brasilidad».
La obra «Abaporu» (1928; actualmente en el MALBA) acompañó el surgimiento del Movimiento Antropofágico, piedra de toque del modernismo brasileño. Tarsila pintó esta obra como obsequio de cumpleaños para su marido. Cuando Oswald de Andrade vio a este ser desnudo y deforme, afirmó: «Esto parece el antropófago, el hombre de la tierra». Buscaron en un diccionario de lengua tupí guaraní y encontraron que «aba poru» significaba «hombre que come hombre». Comerse al europeo, tomando de Este lo que puede nutrir y desechando lo que puede perjudicar. Metafóricamente, los modernistas tomaron esta imagen de la antropofagia para la construcción de su identidad cultural y de la lucha por liberarse de la dependencia intelectual de Europa.