La historia de Adán y Eva ha servido como inspiración para un sin número de novelas, películas y otras formas de narración, además de sentar las bases del machismo en las distintas líneas de las religiones.
La idea de que la mujer es propiedad del hombre, o peor aún, solamente un apéndice, no ha favorecido a la igualdad de género y además, ha condenado a la mujer a un rol secundario y sumiso durante siglos.
Sin embargo, hoy existe una nueva interpretación de este mito, creada por el profesor de literatura de la American Jewish University of California, Ziony Zevit, quien , sin pelos en la lengua, argumenta que la traducción del capítulo 2 del libro del Génesis donde dice que «dios creó a la mujer de una costilla de Adan», es incorrecta.
Según Zevit, una traducción más plausible es el hueso peneano o báculo (del latín baculum), el cual es un hueso que se encuentra en el pene de la mayoría de los mamíferos, a excepción de los humanos.
Esta nueva teoría nace a partir de que en el Génesis 2:21 se dice que Dios tomó de Adán “unos delos tsealot”. Esta palabra es el plural de tsela.
La idea de que este texto se refiere a un hueso, se deduce de lo que se dice dos versículos más tarde:
“La mujer es hueso de mi hueso y carne de mi carne.”
En este contexto, lo que Zevit afirma, es que el texto sagrado se refiere a los genitales masculinos.
Parte del argumento que Zevit utiliza para defender su teoría, es que a diferencia del pene, las costillas no tienen ningún significado cultural, simbólico o teológico en la Biblia ni en el antiguo Israel, más aún si consideramos que en los diferentes libros de la Biblia, nunca se cita al pene por su nombre sino que se utilizan diferentes eufemismos como: pie, muslo, mano o talón.