La Concertación debe explicaciones (X)

El liderazgo de la Concertación debiera explicarle también al pueblo chileno por qué consolidó la colusión que la dictadura efectuó entre el Estado y los grandes grupos económicos

La Concertación debe explicaciones (X)

Autor: Wari

El liderazgo de la Concertación debiera explicarle también al pueblo chileno por qué consolidó la colusión que la dictadura efectuó entre el Estado y los grandes grupos económicos.

Recordemos que aquella efectuó diversos procesos de privatizaciones a vil precio de importantes empresas del Estado y donde muchas veces los encargados de llevar a cabo el proceso terminaban como accionistas o altos ejecutivos de las empresas privatizadas.

En su momento todo esto contó con la frontal oposición de la Concertación. Sin embargo, una vez en el gobierno ella hizo “borrón y cuenta nueva” al respecto.

Por otro lado, la dictadura estableció un sistema tributario que permite una fácil elusión y evasión de impuestos por parte de las grandes empresas privadas; el cual ha sido mantenido por los gobiernos concertacionistas. Particularmente grave ha sido esto –como se vió en VII- en el caso de las grandes empresas transnacionales del cobre, cuyas elusiones han significado la pérdida para el Estado chileno, durante los últimos veinte años, de decenas de miles de millones de dólares.

Asimismo, el alza de los impuestos lograda por el gobierno de Aylwin, en el caso de los impuestos directos a las empresas, “no lograría sino revertir la situación heredada al 11 de marzo de 1990 a los niveles existentes hasta fines de 1987” (Boeninger Democracia en Chile. Lecciones para la gobernabilidad; Edit. Andrés Bello, 1997; p. 479). Y como además, el IVA fue subido desde el 16% al 18%, no aparece extraño que el propio Boeninger acogiera las conclusiones de Mario Marcel de que dicha “reforma fue relativamente neutral desde el punto de vista redistributivo” (Boeninger; p. 480). Y de que fuera alabada por Andrés Allamand: “Fue relativamente fácil acordar con el Gobierno los porcentajes del aumento una vez que se estableció que el IVA subiría a 18% (cosa que el programa de la Concertación no contemplaba). Los impuestos a las empresas volverían a calcularse sobre base devengada y subirían sólo del 10% al 15% (cifra muy inferior al promedio de todo el gobierno militar y al contemplado por el programa de la Concertación)”. (Allamand – La travesía del desierto; Edit. Aguilar, 1999; p. 243)

Además, la exigencia que entonces hizo el PS de que el incremento del IVA solo durara hasta 1993 “la propia Concertación lo olvidó”; pese a que como reconoce Allamand, “el IVA es un impuesto regresivo, ya que castiga a la población que destina virtualmente todo su ingreso a consumo” (Allamand; p. 244) Es más, a fines de su gobierno Lagos logró la subida del IVA al 19% por un año, lo que luego mantuvo indefinidamente Bachelet ¡con la oposición de la derecha política propiamente tal!

Del mismo modo, los gobiernos concertacionistas han continuado favoreciendo los privilegios de la banca privada. Recordemos que esta se vio prácticamente quebrada por la grave crisis económica de comienzos de los 80, siendo salvada por grandes subsidios que le entregó la dictadura. Estos privilegios fueron consagrados por un “generoso” acuerdo final alcanzado a comienzos de los 90 durante el gobieno de Aylwin. (Ver Ascanio CavalloLa historia oculta de la transición; Edit. Grijalbo, 1998; pp. 305-12) Además, a poco de asumir Lagos su presidencia, el Banco del Estado le efectuó un multimillonario préstamo al Grupo Luksic para que este comprara el Banco de Chile. A tal punto se ha visto favorecido dicho sistema que incluso en años de escaso crecimiento de la economía chilena sus utilidades han seguido siendo gigantescas.

De forma análoga, la dictadura evitó en su fase final, a través de un conjunto de medidas preferenciales del Banco del Estado, las inminentes quiebras de los diarios El Mercurio y La Tercera, lo que fue avalado por el Poder Judicial a comienzos de los 90. (Ver Ken DermotaChile inédito. El periodismo bajo democracia; Edic. B, 2002; pp. 137-57 y 153-62) Y ambos diarios continuaron disfrutando de un tratamiento preferencial de los gobiernos concertacionistas en relación al avisaje estatal.

Más aún, la riqueza y el poder de los grandes grupos económicos se incrementaron sustancialmente en los últimos 20 años, al alero de las políticas de laissez faire seguidas consistentemente por los sucesivos gobiernos de la Concertación. Así por ejemplo, las 10 principales empresas privadas de la gran minería del cobre obtuvieron entre 2003 y 2006 utilidades por casi 30 mil millones de dólares, con una rentabilidad sobre su patrimonio de más de un 50%. (Ver Marcel Claude – El retorno de Fausto. Ricardo Lagos y la Concentración del Poder Económico; Edic. Política y Utopía, 2006; p. 68) Asimismo, las empresas de transporte aéreo, las AFP, las Isapre y las empresas de transporte marítimo obtuvieron rentabilidades superiores al 20% de su patrimonio en 2004 (Ver Claude; p. 68) Por otro lado, considerando los dos principales holdings del Grupo Luksic (Quiñenco y Antofagasta PLC) en 2005, ellas aportaron el 3% del PIB, y solo el 0,1% de los ingresos tributarios del Estado y el 0,4% del empleo (Ver Claude; p. 78). A su vez, el principal holding del Grupo Angelini (AntarChile) aportó en 2005 el 6% del PIB y el 1% de los ingresos tributarios (Ver Claude; p. 105). Y el aporte al PIB del Grupo Matte (empresas CMPC) fue de 2%, mientras que su participación en los ingresos tributarios fue de 0,2% y en el empleo de 0,1% (Ver Claude; p. 128)

En realidad, basta para el chileno común ver la fabulosa expansión experimentada en los últimos años por los oligopolios de las farmacias (Ahumada, Cruz Verde y Salco Brand); de los supermercados (D&S -Líder y Ekono-, Cencosud -Jumbo y Santa Isabel-, Unimark y Tottus); de las tiendas de departamento (Falabella, Almacenes Paris, Ripley y La Polar); y de las “ferreterías” (Homecenter y Easy) para constatar hasta qué extremos ha sido víctima de la concentración del poder económico en estos últimos decenios. Particularmente grave ha sido el caso de las farmacias donde se verificó una permanente colusión de precios.

En contraparte, hemos sido testigos de cómo una pléyade de dirigentes concertacionistas han pasado a formar parte de los directorios o de la plana mayor de las grandes empresas y de las instituciones rectoras del nuevo orden; o han ejercido una función de lobby en su favor. La naturalidad con que esto se ha asumido por la sociedad chilena nos demuestra hasta qué grado se ha verificado y consolidado el giro copernicano del liderazgo concertacionista.

Por Felipe Portales

27 de septiembre de 2010

Fuente: www.elclarin.cl


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