Esta obra se titula Autorretrato con chango y loro y fue realizada por Frida Kahlo en 1942. La técnica es óleo sobre masonite y sus medidas son 54,6 cm de alto por 43,2 cm de ancho.
En este autorretrato, Frida se representa con un mono y un loro en sus hombros. Su mirada apela directamente al espectador. Las cejas unidas en el ceño, las mejillas sonrosadas y el bozo levemente sugerido son los rasgos que caracterizan la fisonomía de la artista, rasgos que se han popularizado notablemente. El cabello recogido en un alto tocado, en el que se entrelaza una cinta verde, así como el vestido que lleva, son típicos de las campesinas del sur de México. Enmarcan la figura espigas doradas sobre un fondo amarillo. Frida pintó cuidando todos los detalles y delineando las formas.
…es que estoy sola casi siempre y me parezco a mucha gente y a muchas cosas. Al modo clásico, para aprender utilicé un modelo: yo misma. No fue fácil: por más que una misma sea el tema más evidente, también es el más difícil. Uno cree conocer cada fracción de su cara, cada rasgo, cada expresión, pero ahora todo se burla. Una es una misma y otro: una cree conocerse hasta las puntas de los dedos, y de pronto siente que su propia envoltura se escapa, se vuelve completamente extraña a lo que la llena. En el momento en que una siente que no soporta más verse, comprende que la imagen que tiene delante no es una misma. Del modo más académico hice de mí misma mi modelo, mi tema de estudio (Frida Kahlo).
Toda la obra de Frida Kahlo da cuenta de un universo intimista y complejo que se resiste a ser ubicado en un estilo
determinado. En sus cuadros, la artista combina la tradición europea y los movimientos de vanguardia con elementos del arte colonial y la cultura popular mexicanos.
Luego del accidente que sufre, convaleciente en cama y con la ayuda de un atril y un espejo, Frida comienza a pintarse a sí misma. La mayor parte de la producción de esta artista son autorretratos y, como es el caso de Autorretrato con chango y loro, en ellos se reitera un mismo modelo. Es con el agregado de diferentes objetos –tales como cintas, espinas, lágrimas, collares, animales y vegetación– como la pintura de Frida cobra sentido en un plano simbólico.
Después de la Revolución Mexicana, ante la necesidad de una unidad nacional, los intelectuales y artistas apelaron al rescate de lo indígena y del pasado precolombino. Comprometida con la causa revolucionaria, Frida adhiere a la militancia dentro del Partido Comunista y, junto a Diego Rivera, construye su propio personaje, llevando vestidos, collares y tocados típicos de su país.
Desde finales de la década del 30, México fascinó al grupo surrealista. Desde una mirada europea, André Breton, padre de este movimiento, había afirmado que México era el «lugar por excelencia del surrealismo». En este sentido, la original obra de Frida –con imágenes entre lo real e irreal–, junto a su militancia política, llevaron a Breton a considerarla como surrealista. A esta afirmación, Frida responde que ella no sabe si es surrealista, que solo pinta su propia realidad.