Hay unas pocas cosas que realmente llegan al sistema de recompensa de nuestro cerebro. Las más obvias son la comida y el sexo, que claramente nos ayudan en el duro mundo de la supervivencia. Pero quizás por sorpresa, la música también está junto a los estímulos más poderosos para generar unas buenas dosis de dopamina.
La música no sólo puede hacer que nuestro pies se muevan y nuestros espíritus se eleven. También se ha probado que puede cambiar nuestra percepción, agudizar nuestra atención e incluso mejorar nuestra inteligencia.
Gracias al canal educativo Life Noggin, aquí te ofrecemos un resumen de los últimos avances de la ciencia que se esconde en la profunda relación de nuestro cerebro con la música.
¿Cómo afecta la música a tu cerebro?
En primer lugar hay que observar cómo procesamos la música. Independientemente de tus gustos musicales, tu cerebro experimenta la música de la misma forma en que lo hacen otras personas. En un estudio realizado con personas que no se dedicaban a la música, los participantes escucharon cuatro sinfonías y las imágenes de resonancia magnética funcional mostraron que en todos, sin distinción, hubo actividad cerebral cerebral en las mismas regiones: las que involucran movimiento, la planificación motora, la atención y, por supuesto, la corteza auditiva. Pero esta actividad cerebral sincronizada no era lo que los científicos esperaban, porque la música no se procesa en el cerebro de la misma forma que los otros estímulos sonoros (sonidos del entorno). Es decir, el cerebro trata a la música de manera diferente.
De hecho, en el momento cúlmine en que un persona se emociona escuchando una canción, en el cuerpo estriado (en el cerebro) libera dopamina, que es el mismo neurotransmisor involucrado en otros placeres más tangibles, como la comida, el sexo y las drogas. Pero además de ocurrir en el momento en que escuchamos música y nos emocionamos con ella, también se libera dopamina cuando anticipamos esa sensación y queremos escuchar música. Esto significa que el cerebro pide seguir escuchando música para poder experimentar lo bien que se siente la dopamina. A diferencia de ciertas drogas y algunas comidas, lo bueno es que jamás se ha probado que el exceso de música sea perjudicial para la salud.
También se ha probado que la música influye en la forma en que percibimos las emociones de las personas, informa Life Noggin. Por ejemplo, si has escuchado o estás escuchando música triste, es más probable que atribuyas tristeza a una escena o rostro que es más bien neutral. O si estás escuchando música alegre, es probable que ocurra el efecto contrario en la forma en que percibes a otros y tu entorno. Esto es coherente con lo que pasa en el cine, cuando se le encarga a un músico que componga una melodía para intensificar las emociones que se quiere transmitir en una escena.
Otro estudio mostró que la música clásica puede mejorar la atención visual en personas que han sufrido daño cerebral y que experimentan negligencia unilateral. Científicos probaron cómo afectaba a un grupo de pacientes el silencio, el ruido blanco y la música clásica, y descubrieron que la música clásica tenía el efecto más positivo, al contrario del silencio, que resultó peor evaluado. El estudio mostró que el ruido blanco es bueno influyendo en la atención visual, pero la música clásica es mejor.
Por último, otro estudio de 2008 que observó los efectos de tocar un instrumento en niños que llevaban tres años de estudio y práctica, y descubrió que éstos se desempeñaban mejor en una variedad de pruebas. Los investigadores creen que esto se debió a que decodificar música escrita mejora las habilidades de lectura y de reconocimiento de patrones visuales.
Fuente, IFLScience
CCV, El Ciudadano