Un puente que no funciona y que se ha convertido en ‘atracción’ turística de la ciudad de Valdivia y en hazmerreír del mundo entero, y unos políticos que no se quedan atrás, echándose la culpa unos a otros frente a la puerta del Servel, constituyen los últimos numeritos con los que la ciudadanía debe conformarse, sin que nadie tenga la decencia de poner su renuncia sobre la mesa.
En el caso del que sería el primer puente basculante de Chile, el ministro democratacristiano de Obras Públicas, Alberto Undurraga, no encontró nada mejor que deslindar responsabilidades en el gobierno anterior, y Piñera (el gobierno anterior), para no ser menos, alegó que las fallas eran atribuibles a la etapa de diseño del gobierno anterior, o sea, el primero de la Presidenta Bachelet (2006-2010). En resumen: feroces encogidas de hombro que no pasan de ser eso.
Por su parte, tras ver frustrada la inscripción de las candidaturas de los partidos de la Nueva Mayoría para participar en las primarias municipales del 19 de junio, a causa de la ausencia de la presidenta del PS, la senadora Isabel Allende, y del consecuente intento de responsabilizar de dicho error a la directora del Servel –acusándola de actuar de manera arbitraria e ilegal, al negarse a inscribir las listas del pacto–, y de un segundo intento de revertir la situación, que también acabó fracasado debido a un nuevo condoro, al no cumplir con la totalidad de las firmas de los representantes de los partidos oficialistas (se requerían las rúbricas de los siete presidentes y de los siete secretarios generales), más de 90 comunas del país no podrán efectuar elecciones primarias para determinar los nombres de los representantes de la Nueva Mayoría en los comicios municipales de octubre. Conclusión: la Nueva Mayoría no está interesada en realizar primarias legales, por el contrario, su intención son las ‘convencionales’, o sea, las truchas.
Si la ingeniería chilena no quiere aparecer en un reportaje de la televisión mundial como máxima expresión del ridículo de una obra civil, y si los políticos están dispuestos a ganarse la confianza de los ciudadanos, lo razonable es partir por determinar responsabilidades. Por lo pronto, debiesen renunciar la presidenta del Partido Socialista y el ministro de Obras Públicas.
Ayer se anunció que el gobierno había tomado la decisión de demoler el puente Cau Cau, con el consecuente daño a la hacienda pública –estimado en un principio en más de 10 mil millones de pesos– y que el Servel había dado por cerrado los reclamos de la Nueva Mayoría que buscaban revertir sus propios errores de inscripción de las primarias. Tras ambas decisiones, sólo cabe esperar que los verdaderos responsables tengan la decencia de dar la cara y dar un paso al costado. No hacerlo, no sólo es poco serio y cobarde, sino insano para la buena convivencia que debe existir entre la institucionalidad responsable y la ciudadanía confiada.