El presidente participó durante el día domindo de un festejo por el Día del Trabajador en una sede de la Unión de Trabajadores Hoteleros y Gastronómicos (UTHGRA) de la calle Salta al 1300, adonde llegó acompañado por su esposa, Juliana Awada, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el ministro de Trabajo, Jorge Triaca.
Allí, Macri desafió a los diputados y senadores de la oposición que impulsan la ley antidespidos para imponer doble indemnización y evitar despidos durante, al menos, seis meses. En ese sentido, el líder de Cambiemos se mostró irónico y sostuvo «si fuera cuestión de leyes, saquemos en lugar de una ley para conservar lo que tenemos, una que diga que somos todos felices«.
Luego, advirtió en esa misma dirección que «si queremos que en este país haya trabajo de calidad para todos tenemos que comprometernos y pensar que no hay salvación individual», al tiempo que cuestionó algunas prácticas que «generan un grave perjuicio al conjunto de la sociedad».
Así, Macri volvió a su estrategia de todos los días: esquivar las responsabilidades y culpar al gobierno anterior de los males que atraviesa el país bajo su gestión. «El gobierno anterior ocultó la desocupación y el estancamiento creando empleo inútil, que tiene como costo que detrás de cada empleo inútil haya un maestro, un médico o una enfermera que no pudimos poner a trabajar donde hacen falta», manifestó.
También sostuvo que había «tres veces más personas que las necesarias» en el ámbito estatal y que se daba un fuerte ausentismo en dichas tareas. «Es la sociedad entera que dice aprendimos de estos años que pelearnos uno contra otros no vamos a conseguir la Argentina que soñamos», intentó justificarse.
¿Dará Macri una solución real al problema económico y social que atraviesa Argentina tras su mandato o seguirá aplicando la vieja fórmula de la «pesada herencia»?