En primera persona, con miedo y valentía a la vez, mujeres tras sus computadores han comenzado a denunciar los abusos sexuales de los que han sido víctimas en fiestas universitarias y por sus propios compañeros de carrera de la Universidad Católica.
El jueves 21 de abril un relato estremeció la página de Facebook dedicada a las «confesiones» de los estudiantes de la carrera de Ciencias Políticas de dicha casa de estudios y decía así:
«Mi compañero de carrera abusó de mí. Sí, Ciencia Política UC. Escribo desde el anonimato porque jamás le conté esto a nadie, porque en el momento en que sucedió no dimensioné la gravedad del asunto, lo bloqueé en mi memoria como esas cosas que se esconden y nunca más se encuentran. Sin embargo, ayer iba caminando y de repente mi memoria se quebró y me encontré con mi recuerdo. Lo único que pude hacer fue soltar un par de lágrimas mientras caminaba por Providencia. Cuando llegué a mi casa, por fin en mi soledad, pude llorar, llorar y comprender que me habían dañado, que mi silencio se ha llamado culpa todo este tiempo, porque sí, siempre sentí que había sido mi culpa, aún lo siento, aunque mi corazón feminista se apriete al escribirlo. Han pasado casi cuatro años desde esa noche, la noche en que a mi amigo se le olvidó nuestra amistad, la noche en que lo único que vagamente recuerdo haber dicho fue: ‘Los amigos no hacen esto’, porque había tomado demasiado como para poder recordar algo más. Al día siguiente desperté y él no estaba. Nunca voy a olvidar cómo me dolía todo el cuerpo. Ni mi frialdad al hablar con él por teléfono y constatar lo que había sucedido. ‘Esto nunca pasó’, le dije, y así aprendí a ser fuerte, a hacer como que no importaba, como cualquier noche de esas alegres y alocadas en la vida, pero con la diferencia de que yo no estaba alegre, estaba rota”.
Tras la impactante confesión anónima, otras estudiantes comenzaron a relatar historias similares que ya no sólo impactaron a sus compañeros de carrera si no a toda la comunidad universitaria y al país. El diario El Mostrador logró hacer una recopilación de muchas de las historias colgadas en la página que antes era sólo para bromear y en dónde ahora es imposible dar con las denuncias:
Algunos para mostrar su apoyo dejaban entrever la oscura realidad que abunda impune :“Muchas hemos vivido situaciones parecidas con amigos, es una conducta muy común y nadie nunca dice nada”.
Otro estremecedor relato es el de una mujer que fue abusada hace más de 4 años y recién se atreve a hacerlo público:
“A mí me violó un hombre inteligente, muy inteligente, de buena familia, buena universidad (la nuestra), buena pinta, etc. Yo recién había entrado a la U y no pensaba que estaba saliendo con un violador, ni siquiera pensaba en los violadores como algo más que el lobo del cuento. Estaba enamorada de él hasta las patas. Fue muy difícil procesar lo que había pasado porque no entendía lo que estaba sintiendo, asociarlo con su cara que todavía quería; así que no lo consideré un violador por mucho tiempo, ni mucho menos a mí como una víctima. ¿Cómo alguien que te mira con los ojos con que él me miraba puede violarte? Al día siguiente intenté hablar con él, enfrentarlo, y me hizo sentir que era mi culpa, que estaba loca. Muchas veces he jugado a qué hubiera pasado si hubiera insistido más, dejado la cagá. Pero, chiquillas, no se sientan mal: ni cagando es fácil. Yo no pude tampoco, y nadie te enseña qué hacer en un caso así. Deberían. Yo lidié con esto de maneras poco sanas, todos mis comportamientos se volvieron erráticos. A veces pienso en las cosas que hice y se siente como si fuera otra persona, era tal el grado de disociación. Quiero dejar en claro que él siguió su vida normalmente, iba a la U tranquilo, incluso cuando nos encontramos en un carrete se acercó a hablarme y cuando conoció a mi ex le dijo que yo era una mina bacán, y yo tiritaba. Pensaba que era de frío. Él no está enfermo, que es una cosa típica cuando construimos la imagen de un agresor. Él entendía perfectamente lo que significaba mi NO, todos mis no, pero nunca le importó”.
Ante las denuncias, ha salido a hablar Rodrigo Urzúa prosecretario general de la PUC, quien utilizó la radio para esclarecer la postura que la institución toma ante estos casos. Urzúa señaló que al año existen en promedio “cinco casos de presuntos abusos sexuales, los que por lo general ocurren en situaciones de ingesta de alcohol. En lo que va de 2016, ya hay dos casos de abuso sexual y cuatro de acoso sexual”.
Además aseguró que Secretaría General está investigando un caso en la Facultad de Ingeniería, el que habría ocurrido a fines de marzo, en una fiesta organizada por el Centro de Alumnos de Ingeniería (CAI), “en un baño del campus San Joaquín” y actualmente la víctima se encuentra en tratamiento psicológico.
Desde el Instituto de Ciencias Políticas entienden que es un tema delicado para tratar y “un problema estructural muy grande”.
En este caso específico de abuso dentro de una Universidad como entre amigos, parejas ex parejas, las autoridades suelen encontrarse con una nebulosa en donde es difícil poner límites considerando que en el contexto en el que ocurren: con gente conocida, en lugares comunes y muchas veces asociado a un consumo excesivo de alcohol.
De momento, el instituto de Ciencias Políticas está intentando crear campañas informativas, cuentan con un teléfono de ayuda para víctimas de situaciones de este tipo. Sin embargo, siguen siendo medidas insuficientes.
Si bien no se puede proteger a la víctima en el momento del abuso con medidas cautelares porque es un hecho imprevisible, no debiera nunca la víctima preferir el silencio a la oportunidad de realizar una denuncia que sea efectiva y que siente precedentes para que esto no se repita en el futuro.