El periódico estadounidense Washington Post informó acerca del conflicto socio ambiental que se vive en la isla de Chiloé, con el título «Crisis de alimentos y bloqueo de acceso a isla en Chile». El diario comunicó que el bloqueo se da en la isla por «pescadores desesperados, exigiendo compensación por la pérdida de su sustento debido a un boom de algas tóxicas». El diario también hizo mención al problema de la escasez de bencina el 6 de mayo.
El medio menciona las largas jornadas de protestas realizadas por los pescadores y las barricadas que han impedido el acceso a la isla, la cual es bien conocida por «su vida silvestre, sus iglesias históricas y sus palafitos».
Además, el Washington Post declara que el bloqueo ha causado una escasez de provisiones, pero que los pescadores -quienes proveen de pescado y mariscos a la zona (y al resto del país)- cuentan con el apoyo de sus vecinos.
El periódico expone la versión oficial, que responsabiliza a las altas temperaturas, al fenómeno climático del Niño y a la Marea Roja pero omite la versión que señala a la industria salmonera y su influencia en la contaminación del mar en la zona chilota y parte del sur del país, explicando que el daño se extiende a «siete ciudades importantes y docenas de pueblos que viven de la pesca».
Desde el punto de vista científico, la grave crisis de mortandad de especies marinas que está afectado a la Región de Los Lagos, no es sólo una catástrofe económica para las familias que viven de la pesca artesanal en Chiloé, sino también un desastre ecológico que podría afectar la sustentabilidad de la zona en el largo plazo.
Las autoridades gubernamentales y los principales medios, apoyados por la versión de algunos científicos, han explicado el desastre basándose en el fenómeno del Niño y la contaminación por Marea Roja, que como consecuencia del anterior, ha alcanzado niveles más graves que en el pasado. Estos son factores relativamente naturales, por los cuales no se podría apuntar a responsables identificables. Esto es parte de la gravedad del problema. El Niño es un fenómeno climático relacionado con el calentamiento del Pacífico oriental ecuatorial, que afecta las condiciones normales de la biología marina -muchas veces causando pérdida de especies-, y la Marea Roja es una excesiva proliferación de microalgas que, debido a una serie de mecanismos que ocurren en el ambiente acuático, producen toxinas que contaminan a los moluscos que se alimentan de ellas.
Pero hay evidencia de que ésta no es la única razón. Las protestas de los pescadores artesanales en Chiloé, no se relacionan únicamente con la pérdida de su fuente de trabajo y del sustento de la comunidad, sino también con el ocultamiento de causas más siniestras. Detrás de este desastre ecológico, las salmoneras tienen una responsabilidad, explican varios expertos; una causa que no es natural, sino originada en una excesiva intervención industrial en los mares y en la indulgencia de los organismos estatales, cuya obligación es velar por la salud de la fauna oceánica y la población que vive de ella.
El presidente del Consejo Nacional de Defensa del Patrimonio Pesquero (Condepp), Jorge Bustos, afirmó que las autoridades están evadiendo señalar a los responsables del desastre. «Aquí hay otras responsabilidades, las que se derivan del lanzamiento al mar de más de 5.000 toneladas de salmones putrefactos y contaminados, los que envenenaron el mar y su entorno”, declaró Bustos. “Se está hablando de causas naturales como consecuencia del fenómeno del niño, y eso no es así. Se le está mintiendo a todo el país, aquí hubo envenenamiento de las aguas. Los mariscos no mueren por marea roja, eso es una falacia” señaló.
Héctor Kol es biólogo marino de la Universidad de Chile y lleva años advirtiendo de los peligros asociados a las malas prácticas en la industria chilena del salmón.
En entrevista con El Ciudadano, el biólogo explica: “La industria salmonera lo que hizo fue eutrofizar (abundancia anormal alta de nutrientes) el mar interior de Chiloé con operaciones acuícolas, con producciones que estaban por sobre las capacidades de carga del sistema”, señala, y agrega: “Ni los Bloom de algas ni las proliferaciones de dinoflagelados se producen si no hay suficientes nutrientes en el agua”.
“Lo que hicieron el Servicio de Evaluación de Impacto Ambiental, Sernapesca, Subsecretaría de Pesca, la Armada de Chile, todos los municipios de Chiloé, con el silencio cómplice de la pesca artesanal, fue permitir de que en los últimos 5 años las producciones salmoneras aumentaran hasta en 15 veces respecto al original que tenían”, advierte.
Todos esos centros salmoneros que han operado en estado de salud crítico, es decir, con sus salmones contaminados con virus ISA, piojo del salmón y virus SRS, lo han hecho «por milagro», explica Kol. Para poder mantenerse han alimentado a los pescados con pesticidas y también los han arrojado al mar, exponiendo a la fauna silvestre a todos estos residuos: restos de salmones contaminados, pesticidas y antibióticos que superan los niveles mínimos aceptables.
Marcelo Lagos, geógrafo y especialista en procesos naturales, señaló a Canal 13 que «Claramente, verter pescando en estado de descomposición, puede tener consecuencias. Nadie garantiza que eso no genere ningún daño en el océano». El medio habla de ácido sulfídico en 40.000 toneladas de salmones arrojados al océano. «Este no es un desastre natural, este es un desastre socio natural que tiene consecuencia más allá de la aparición de la ‘Marea Roja'», finalizó Lagos.
Un estudio de 2009 realizado por Iván Hinojosa y Martín Thiel, de la Universidad Católica del Norte (UCN), en colaboración con la Armada y el Comité Oceanográfico Nacional (CONA), demostró el peligro de los niveles de contaminación del océano Pácífico en la X Región. El estudio hablaba de plumavit que se particula y es ingerida por aves, peces y animales acuáticos; sacos con alimentos para salmón; botellas y bidones que están provocando un daño ecológico que amenaza a la fauna. Este informe, publicado en Marine Pollution Bulletin, incluía evidencia del peligro ecológico que representaba la cantidad de desechos arrojados por las salmoneras y por cruceros que navegan la zona, entre otros. El estudio también mencionaba al virus ISA, explicando que este microorganismo, que ha estado afectando a los salmones de criaderos industriales, podía propagarse a través de esta basura flotante. En esa ocasión se mencionaba el peligro de que esta contaminación se extendiera desde la décima región hacia la Patagonia.
En 2010, la prestigiosa revista científica británica Nature, publicó un artículo titulado, «Llamado a la cooperación para contener el daño provocado por las industrias salmoneras de Chile» (Call for cooperation to contain damage by Chile’s salmon farms). En ese texto se mencionaban las malas prácticas de la industria del salmón en el proceso de engorda; el lobby de la industria con la esfera política y la científica; el inminente peligro de las salmoneras para el medioambiente y las graves consecuencias ecológicas.
Varios otros medios periodísticos internacionales se hicieron eco de estas advertencias –. Entre ellos están el New York Times (2011), con un artículo sobre el nivel anti ético de antibióticos y los favores políticos a la industria, y una columna en la revista Time, escrita por Jeffrey Klugger, entonces director de ciencias de ese medio. “El área es un desastre total y el culpable es el salmón –mejor dicho, las personas que lo crían. El alimento y el desecho del salmón fluyen desde los corrales hasta los fiordos y canales circundantes, intoxicando el ambiente y a otros peces”, explicaba Klugger.
Imagen: Juan Luis Barria.
El Ciudadano