Lobo Velar de Irigoyen (Buenos Aires, 1978) trabaja sus collages de fotos partiendo de una idea: «no me alcanza una foto para contar las cosas como las veo», y a esa idea le sigue otra: «ya que estoy, podría partir de esta realidad y generar mi realidad fantástica».
Lobo empezó a trabajar como fotógrafo a los 20 años. Buscando nuevos lenguajes estéticos, comenzó a experimentar interviniendo sus fotos con diferentes técnicas hasta lograr definir su estilo personal a través del collage.
Su técnica consiste en sacar fotos en película negativo de 35mm —entre 6 y 36 fotogramas para cada collage— que copia varias veces a distintos tamaños, para luego recortalas y combinarlas entre si para lograr nuevas perspectivas y formas. A medida que va avanzando, también las interviene con distintos materiales como acrílico, esmaltes y otras fotos de su archivo.
El resultado son obras de gran formato —generalmente, entre uno y dos metros de largo— en las que fotografía y plástica se funden para reconstruir un mundo inevitablemente fragmentado por nuestra propia percepción.