Natural de Granero, pero vinculado a Codegua, Moisés Chaparro ha estado desde toda su vida vinculado al quehacer cultural de la paya, del canto a lo divino, de la poesía popular, de los cantores y cantoras campesinas, y que como en otros payadores de su generación, eso responde a un fuerte legado familiar. Aspectos todos estos que lo hacen hacer suyo esta labor cultural, que le ha brindado muchas satisfacciones y que le ha permitido desarrollar e manera plena su labor, plasmando en discos y publicaciones su trabajo.
Labor que se ha visto reflejada en su producción de 1996, llamada “Codegua; historias y rimas”, y dos producciones colectivas e internacionales; “Chile, Uruguay y Argentina; Encuentro de Payadores” y “Poetas Populares de Chile y Perú”, así como el registro de sus actuaciones en Langon, Francia, junto a Manuel Sánchez y Bigote Villalobos, en el disco doble “Payadores du Chili”. Pero Chaparro no sólo ha tomado su labor de creación, sino que está en pleno proceso de término de un trabajo de investigación sobre la realidad y características del payador del siglo XXI, del cual el es parte activa y protagonista.
Explica Chaparro, que esto “nace de la necesidad de explicar que el payador es un actor cultural, y que tiene evolución, y que en el devenir histórico de los hechos culturales, este actor ha cambiado. Ha cambiado en relación a como era a comienzos del siglo XX, a como era a mediados del siglo XX, y en relación a lo que conocemos del siglo XIX. Y se cambio implica un proceso. La idea de tratar de develar en que está el payador chileno del siglo XXI, y también entender que proceso es el que produjo cambio, y porque es tan importante ese cambio, en el sentido de decir que el payador chileno se transformó en un actor cultural que ocupa un lugar distinto al que ocupaba el payador de comienzos del siglo XX”.
Asumiendo su condición de promotor de ese cambio, Chaparro explica que se siente “un continuador de ese cambio, en relación a la generación anterior. Y es un cambio donde el payador se hizo valorar, presentando la paya, presentando este fenómeno cultural de la paya como un trabajo, exigiendo además del plato de comida y el vino, un salario por hacer el arte. Cuestión que costó, ya que en muchos lugares, decían muchos alcaldes en tiempo de dictadura que los payadores estaban cobrando mucho, y que bastaba con un trago de vino y un plato de comida”.
El otro cambio importante tiene que ver con la conducta de este actor cultural, explica Chaparro, ya que el payador es hoy “un tipo preocupado del arte, que aparte de entregarla, entrega un respeto, es un actor consciente de que su labor va a entregar una sanación y no va a crear más problema”. Esto ha llegado a la generaciones más jóvenes, que están asistiendo a talleres, para aprender y ejecutar de la mejor manera posible los instrumentos, considerando que antes había gente que no sabía ni siquiera afinar los instrumentos. De cantar, de aprender la melodía, de cantar mejor que los viejos, porque esta es una escuela de la vida, una escuela natural, ya que tu no aprendes a payar en la academia, es una tradición oral que afortunadamente no ha cambiado, ya que no hay un manual del payador. El payador se hace en terreno, se desarrolla en terreno y no hay otra manera de hacerlo…”.
Agrega que el hacerse payador es un proceso de aprendizaje largo, “como se trata de cuestiones lúdicas, en el tema de la paya siempre estas aprendiendo, y como se improvisa al momento de hacerlo, siempre estas aprendiendo cosas nuevas. Entonces el proceso para llegar a ser un buen improvisador es largo y en la escuela antigua de los cantores se decía que tu tenias que formarte a la vera de un antiguo, que los viejos te tenían que formar. Y no es fácil… es como entrar a una maestría, no sólo literariamente, sino que poéticamente, artísticamente, instrumentalmente, y había que saber todas cosas para convertirse en un cantor o un payador. Además estabas obligado a componer versos propios. El arte de la paya, y eso lo dice muy bien Manuel Sánchez, es una de las artes más complejas de la expresión popular chilena”.
Pero pese a todo esos cambios, a esa nuevas miradas la paya, que en su momento llegó a la televisión, tuvo presencia en teatros donde se llenaba tres funciones diarias con las actuaciones de Santos Rubio, el Piojo Salinas, y Jorge y Pedro Yáñez, más otros payadores, a quien Chaparro considera el nexo entre la otra generación y la actual, él siente que aún falta, que lo que se logra afuera de Chile, y el interés que despierta este arte, no se da en Chile, o se produce a una escala menor. Pero Chaparro lo tiene claro, y dice que eso nos pasa como sociedad, “a nuestra sociedad le falta un salto en su desarrollo, ya que nuestro seudo desarrollo esta centrado sólo en lo económico, y no en lo cultural, donde tenemos una televisión que es una vergüenza, y en estos medios la paya no aparece, no hay espacio para un arte de la que estos medios se avergüenzan… entonces el salto que nos falta dar como payadores, no lo hemos dado porque la sociedad no lo ha hecho…”.
Onda Corta
El Ciudadano