Cuando somos niños, bañarnos podía ser una dura batalla con nuestros padres, porque siempre había cosas más entretenidas que hacer, como jugar. Pero esto cambia con el paso de los años y ducharse pasa a ser algo esencial en nuestras vidas, incluso con más de una pasada al día por el agua, si la ocasión lo amerita.
Jill Provost y Jessica Amaris no escapaban a esta realidad, más aún porque las dos trabajan en un sitio dedicado a temas de belleza: totalbeauty.com, según cuenta Daily Mail; pero ambas decidieron realizar un experimento: no ducharse (el agua caliente tampoco ayudaría a la piel) y no usar ningún producto de limpieza personal durante un mes.
¿La razón? Provost, editora jefe del sitio; y Amaris, asistente editorial, quisieron poner a prueba un viejo debate sobre la real utilidad que tienen en el cuidado de la piel las cremas, jabones, incluso ducharse, pues muchos defienden la tesis de que la piel luciría mucho más saludable sin el uso de ninguna de estas cosas.
Las únicas excepciones permitidas en este experimento realizado por ambas mujeres fue un spray probiótico, el que podía reemplazar el agua, pues mantenía vivas las bacterias “buenas” que ayudan al cuerpo a manejar la transpiración, algo básico para ellas, pues las dos van al gimnasio regularmente. La segunda era el uso de agua fría en caso de ser necesario cada tres días.
¿El resultado? Provost y Amaris detallaron su experiencia, obviamente, en un artículo de su web y ahí contaron, por ejemplo, lo que más extrañaron en esos 30 días. En el caso de Provost, reconoció que lo más difícil fue estar todos esos días sin desodorante y agregó que al segundo día ya podía sentir su aroma y que este no era nada agradable.
Con el paso de los días la situación fue peor e incluso terminaron recibiendo críticas de sus compañeros de trabajo por su olor, algo que se vio compensado, en parte, por los comentarios favorables que recibieron al no usar maquillaje.
Otro tema fue el pelo, el que terminó adoptando la forma que le daban al peinarse debido a la grasa que acumuló.
El “golpe de gracia” para Jill Provost vino, impensadamente, de su marido, quien al final del experimento comparo su olor con el de una persona muerta.
Pero no todo fue negativo, porque su piel reaccionó bien a la falta de cremas y los demás productos de limpieza. Al comienzo la apariencia de ambas pareció deteriorarse, pero a partir del día 21 todo cambió: el acné de Jessica mejoró notablemente y la psoriasis de Jill también; y ambas comenzaron a sentirse limpias.
Un último punto a favor del experimento, es que al no usar nada para su piel, lograron ahorrarse 45 minutos en las mañanas.
Vía Difundir