En la copia feliz del edén los émulos del «Hocicón» no son ni pobres ni honrados. Aparte recibir la exclusividad de los dineros que el Estado consagra a la publicidad de su acción, suelen ser taimados, solapados e hipócritas para vernos, -colectivamente-, las amígdalas del sur.
Utilizando un lenguaje astuto, ladino, engañador, avanzan sus peones como que no quiere la cosa y los muy desprestigiados sondeos de opinión forman parte del arsenal destinado a meterte en el cuesco ideas que hacen pasar como tuyas.
Hoy por ejemplo, un titular nos introduce una sonda de este porte para catar los ánimos y, de paso, habituarnos el conducto anal a trajines de otra índole: «Encuesta: Uno de cada cuatro chilenos está dispuesto a privatizar Codelco».
En estricto rigor eso quiere decir que hay tres de cada cuatro chilenos que no están dispuestos a privatizar la minera estatal. Pero el mensaje va en sentido opuesto, intentando avalar la idea de malvender lo que queda de cobre nacional.
Para eso intentan acreditar la imagen de una mala gestión y, sobretodo, la imagen de un billete que se pierde en razón de la pretendida incuria de quienes manejan la manija en Codelco.
Tú te dices que el tipo que escribe es trajinao del cucurucho, necesitao de un cambio de chiclers, zamarreao de la azotea, estropeado de la pensiera, retrasao del encendido, acurrucao de la pituitaria, acromegálico de los huevos, acongojao del coco, pringao del adenosíntrifosfato, en fin, un pirao, un majareta que tiene el cerebro más esponjoso que pan de rebañe, pero no. El tipo no hace sino como el perrito de la RCA Victor, propagar «la voz de su amo». Lo que prueba que el amo, o los amos, son insaciables.
Después de un muy publicitado debate, el Congreso Pleno había nacionalizado la principal riqueza básica del país el 11 de julio de 1971. Al día siguiente, un lunes, El Mercurio tituló en grandes caracteres: «Por Unanimidad en el Congreso Pleno – NACIONALIZADO EL COBRE».
Pero cuando Patricio Aylwin, -con Alejandro Foxley como ministro de hacienda y Carlos Ominami como ministro de economía-, privatizó el cobre por cojones, todo se hizo muy pa’ callao.
Armando Uribe, Premio Nacional de Literatura, poeta, diplomático, abogado y profesor de derecho minero por más de 30 años, relata una escena surrealista acontecida durante una reunión en La Moneda poco después de que Aylwin asumiera la presidencia. A la pregunta que le hiciera Uribe, «¿Y el cobre?», Aylwin se movió inquieto en su silla, descruzó las piernas, se giró hacia el otro lado, volvió a cruzarlas y poniendo el índice de la mano derecha frente a sus labios en señal de silencio, musitó: «ssschiiit».
El resto es poco conocido. Porque el tema es tabú, o dicho en la jerga que afeccionamos en el campo de flores bordado, este asunto es «caca». No se toca.
Cuando a fuerza de denunciar el verdadero pillaje que constituye la renta que el Estado de Chile le ofrece a un puñado de multinacionales sin recibir nada a cambio se abrió paso la posibilidad de cobrar un royalty, otro presidente desestimó la idea aduciendo que en materia fiscal «no se pueden cambiar las reglas del juego».
El Estado de Chile está reducido a eso: a lo que se dio en llamar una república bananera, en alusión a países tan dominados por el capital extrajero que no podían ni siquiera adoptar sus propias leyes.
Hoy por hoy quién es trajinao del cucurucho, necesitao de un cambio de chiclers, zamarreao de la azotea, estropeado de la pensiera, retrasao del encendido, acurrucao de la pituitaria, acromegálico de los huevos, acongojao del coco, pringao del adenosíntrifosfato, en fin, pirao y majareta, somos nosotros, el pueblo de Chile que no solo aceptamos el saqueo de 70% del cobre que producimos cada año, sino que además reaccionamos poco o nada cuando nos cuentan que «Uno de cada cuatro chilenos está dispuesto a privatizar Codelco».
¡No te jode!
Por Luis CASADO