Algunos de los momentos más sinceros de Adolf Hitler como líder del partido nazi se han puesto de manifiesto en las fotografías tomadas durante los ensayos de sus discursos.
Después de ser liberado de la prisión de Landsberg, en 1924, Hitler, que entonces tenía 34 años, ya demostraba su insana hambre por tomar el poder en Alemania.
Para ello, se vio la necesidad de pulir uno de sus más famosos talentos: hablar en público.
El dictador austriaco sobresalió por su capacidad retórica, la que cautivaba a sus seguidores nazis.
Hay rumores que señalan que desarrolló este talento para la oratoria, incitando el odio en las cervecerías alemanas, donde iba a hipnotizar a su público con sus fervientes divagaciones.
Sin embargo, la confianza en sus capacidades no era tan firme como se podría pensar. Para superar esto, en 1925 le pidió a su fotógrafo personal, Heinrich Hoffmann, que tomara fotos de él ensayando su discursos en privado.
Inmortalizando algunas de sus poses más expresivas, el líder nazi estudió las fotos para asegurarse que sus gestos fueran tan fuertes como sus palabras.
Hitler ordenó que las imágenes fueran destruidas, diciendo que estaban «por debajo de la dignidad».
Sin embargo, Hoffmann, mantuvo las fotos en secreto durante años.
Las fotografías aparecieron por primera vez en la década de 1950 en el libro de Hoffmann «Hitler era mi amigo», el que fue reeditado en el 2012.
La muestra ha sido lanzada recientemente en la prensa alemana antes de ser propagada en todo el mundo.