El experto en transporte urbano de la Universidad de Santiago, Rodrigo Martin, sostiene que mucha gente no paga como una forma de “revancha” contra “un mal servicio” y enfatizó que el alto costo del cobro implica, en la práctica, un ahorro en el presupuesto de quienes lo evaden. Desde la puesta en marcha del sistema, la tarifa en buses ha aumentado desde los $380 a los $640.
Esta semana se conoció un informe del Directorio del Transporte Público Metropolitano (DTPM) que arrojó que la evasión en el Transantiago subió a un 28%. Para cubrir el déficit económico que provoca esta conducta en el sistema, un Panel de Expertos debe evaluar si deben aplicarse alzas en las tarifas cada tres meses manejando una serie de variables. Desde que empezó a funcionar, en 2009, el pasaje nunca ha disminuido su valor.
¿Es esta una medida que ayuda a resolver el problema de la evasión? Para el especialista en transporte urbano de la Universidad de Santiago, Rodrigo Martin, la respuesta es clara. “Subir el precio es absolutamente contradictorio con eso. Es fomentar más la evasión, porque es una respuesta agresiva al estado de situación que tiene la gente”, argumenta.
Para el master en ingeniería del Smart City Lab – Santiago (centro de investigación del plantel estatal que busca generar mecanismos de comprensión de los fenómenos urbanos para mejorar calidad de vida de la ciudadanía), existe un estado de ánimo instalado en la población en contra del servicio, lo cual es difícil de revertir.
“Se percibe que el sistema le debe algo al pasajero y, por lo tanto, esto es una especie de revancha”, explica Martin, aludiendo a que muchos se desquitarían evadiendo el pago del que considerarían como un mal servicio. Además, “hay mucha gente que asumió el no pago del Transantiago como un beneficio para el presupuesto de la familia”, ejemplifica, señalando que el ahorro rondaría en torno a los 50 mil pesos mensuales.
“Subirlo como medio de presión es responder con más agresividad”, afirma el académico. “La solución no va por subir el valor del pasaje porque el que paga, pagará más, y el que no paga, va a seguir no haciéndolo”, sostiene.
El experto enfatiza que esto no es suficientemente claro para el usuario del transporte público. “¿Qué le pasa a la gente cuando no paga? El Estado tiene que subsidiar con más plata a las empresas perjudicadas y ese es todo el perjuicio que tiene una persona. Es muy poco visible el perjuicio de no pagar. Al contrario, es un beneficio tremendo para las personas porque se ahorran un montón de plata”, recalca.
Alternativas para enfrentar la evasión
“Hay que combinar la calidad de servicio, porque hay que mejorar la percepción de la gente, y la fiscalización. Hay que reinstalar la percepción de responsabilidad respecto al pago de un servicio prestado”, indica Martin.
Para mejorar lo primero, indica que el servicio debe cumplir, por ejemplo, con horarios y con tiempos de recorrido. En tanto, para optimizar la fiscalización, apunta a aumentar la cantidad de inspectores.
A pesar de voces apuntan como solución el catalogar como hurto la no validación de la tarjeta Bip!, el experto sostiene que lo primero es reinstalar la confianza y que, para eso, se deben contemplar medidas paulatinas.
“Hay que ser escalado respecto a esto, porque muchas veces una medida exagerada no se aplica porque no tiene sentido”, explica en relación al volumen de personas que podrían ser castigadas con una norma de este tipo. Por eso, hace hincapié en que las medidas deben “ir generando un proceso de educación en la comunidad. A medida que la gente vaya reaccionando, ir subiendo los castigos, para que no se termine con una ley impracticable”.
“Subir el costo del pasaje o subsidiar más el Transantiago son dos medidas equivocadas que solo ocultan el problema en vez de enfrentarlo”, concluye.