Courtney y Rebecca Grimshaw son dos hermanas que hicieron el desafío más ridículo que podrían haber hecho, poniendo en peligro sus vidas. Las chicas, de 12 y 14 años respectivamente, comenzaron una lucha por determinar quién era más delgada. Pero la obsesión las atrapó demasiado.
Todo comenzó con algunas bromas que la hermana mayor, Rebecca, por el peso de Courtney, a quien llamaba «trasero gordo».
Hoy, las jóvenes tienen 24 y 26 años respectivamente. Courtney comentó en una entrevista que siempre quería ser como su hermana, a quienes todos encontraban hermosa. «Becky me molestaba por ser rellenita y me decía cerda gorda. Me hacía sentir mal sobre mi misma».
A la vez, la otra hermana también reconoce que las bromas fueron demasiado lejos. Entre cada insulto o comentario, que no pretendía ser tan dañino, desataron la anorexia de Courtney. Ésto mismo ha dejado una gran culpa en la mayor de ellas.
En tan sólo un año, la hermana menor llegó a perder 20 kilos, lo que es preocupante para la salud de cualquiera, más no teniendo un sobrepeso. Partieron comiendo apenas 350 calorías al día, además de hacer fuertes rutinas de ejercicios. Cuando la mayor de las hermanas se dio cuenta del daño que se estaban generando, ya era muy tarde para Courtney.
Entre las bromas y la competencia, la joven sólo quería ser más y más flaca, llegando a tener un peso de 31 kilos.
Cuando las autoridades del colegio llamaron a sus padres, estos la internaron. Que Rebecca comenzara a apoyarla fue fundamental para su recuperación, pero había un largo camino por recorrer. De una obsesión se pasó a otra: tras recuperar algo de peso comenzó a beber para olvidar el dolor, pero se transformó en una nueva adicción.
Una noche cuando tenía varias copas demás, chocó el auto de sus padres. No tuvo mayores heridas, pero sí descubrieron su nuevo problema, y la debieron enviar a rehabilitación, esperando que esto no afectara nuevamente a Courtney para detonar su anorexia.
Ha pasado más de una década, y finalmente ambas hermanas pueden decir que dejaron atrás esta tragedia. Hoy pesa aproximadamente unos 50 kilos, y quiere ayudar a contar su historia para evitar que le pase a otras chicas.
«Sin mi hermana es probable que nunca hubiese tenido anorexia ni problemas de adicción, pero sin ella tampoco hubiese sido capaz de poder ayudar a otras personas y contar lo orgullosa que estoy de mi proceso de recuperación», dijo hoy la joven.
Ambas lograron hacer las paces y apoyarse entre sí. Como ellas, ayudemos a que este tipo de casos no vuelvan a pasar, compartiendo este tipo de historias de superación.