“Me parece tremendamente injusto el que cada día tratemos de denostar, liquidar, hablar mal de los empresarios”, declaró el líder del clan empresarial más importante del país, Andrónico Luksic, cuando hizo sus descargos en contra de los dichos sobre su persona del diputado independiente Gaspar Rivas. A su vez señaló “tratemos de parar esta escalada tan tremenda de descalificarnos”. Con esto dio pie para que su grupo de pares –no más de 15 familias-, tales como Roberto Angelini, Horst Paulmann, Eliodoro Matte, entre otros, se lanzaran en picada solidarizando con declaraciones no solo sobre el maltrato que dicen recibir, sino también en relación a la recuperación de las confianzas, las reformas del gobierno, el bajo crecimiento económico y el alto desempleo en el país. Definiendo la actual situación política y socio económica como una catástrofe irremediable si no se detiene la incertidumbre a la que , según ellos, están sometidos desde el inicio de las reformas estructurales que ha intentado cristalizar la presidenta Bachelet.
Es clara la intención de estas punzantes y amenazadoras declaraciones del clan empresarial. Una de ellas es hacerse las víctimas y quedar impunes, como siempre, del aberrante escenario en el que se han constatado graves colusiones y la seguidilla de involucramiento del dinero de grandes empresarios con la política.
Más grave aún es su diaria aseveración en la prensa, junto a políticos de la derecha, de la profunda crisis, caos, desastre en que estaría sumido el país, que siembran el pánico sobre lo que ellos mismos, en su gran mayoría, (sin dejar de lado la crisis económica internacional ni el precio del cobre) están provocando día a día con el maquiavélico fin de mantener el estatus quo de más de 25 años de enriquecimiento ilimitado, que los sitúa dentro de los más ricos del planeta en el ranking de la revista Forbes. La gran y cruel paradoja es que, desde la vuelta a la democracia, han sido amparados por gobernantes que han enraizado el neoliberalismo, sistema que reproduce la eterna desigualdad y los abusos de poder del cual son víctimas más del 95 % de los chilenos.
“Se agudiza la desconfianza empresarial” …”Indice llega a su peor nivel histórico de abril en siete años..” fue una declaración reciente de la clase empresarial de la elite. Amenazan diariamente con que subirán las cifras del desempleo, bajarán aún más la inversión y el crecimiento macro económico. Según ellos, todo es responsabilidad de las reformas que ha insistido en plasmar el gobierno. Actualmente sobretodo la reforma laboral que pretende empoderar a los trabajadores para negociar simétricamente a través de la negociación colectiva y el actual proceso constituyente que, para ellos, son un verdadero desastre. Por eso hacen todos los días un fuerte llamado al gobierno a desistir de estas transformaciones para recuperar las confianzas y la certidumbre. ¿A costa de qué? De no hacer ningún mínimo cambio, ninguna reforma, que pueda significarles una milésima merma en sus privilegios y millonarias utilidades. Entonces ¿quiénes son los que provocan incertidumbre y desconfianza? ¿Quiénes son los que no invierten ex profeso para que disminuya el crecimiento? ¿Quiénes son los que despiden ex profeso masivamente a trabajadores para aumentar cada día más el desempleo? ¿Quiénes son los que se oponen exaltados a la reforma laboral para que los trabajadores no puedan reivindicar sus derechos?
Esta conducta maquiavélica no parece real. Para muchos será una exageración o que se están dejando de lado otros factores. Pero sus sistemáticas descalificaciones evidencian que su fin, primero y último, es detener a cualquier costo humano las reformas y el proceso constituyente con tal de continuar con sus altísimas cuotas de poder y continuar siendo los dueños de Chile. Los derechos universales, basados en la ética y centrados en el ser humano para ellos no tienen cabida. Sólo les interesa la ganancia.
Hay que destacar que por debajo de los grandes conglomerados existen miles de pequeños y medianos empresarios que permanecen en silencio, pero que son los verdaderos afectados y con toda razón viven la inseguridad y la terrible impotencia como rebote. Es que sus ingresos dependen exactamente de los grandes, quienes les postergan aún más los pagos de sus compras, excusándose vilmente en que el clima de desconfianza que existe en el país, les impide un mejor trato económico para ellos. Así las Pymes se ven profundamente perjudicadas por las acciones económicas de este grupúsculo de privilegiados, que se dan el lujo de explotar a sus subordinados y de financiar a los políticos para que legislen a favor de sus intereses. Y con esto perpetuarse en el poder que comenzó en la dictadura y ha ido “in crescendo” de gobierno en gobierno.
Si aparecen todos los días y cada vez con más y más fuerza declaraciones de los poderes económicos y los políticos de derecha denunciando las malas cifras macroeconómicas y que absolutamente todo lo que está intentando concretar el gobierno, es literalmente un verdadero “desastre”, ¿Quién descalifica a quién? ¿Quién denosta a quién? ¿Quién intenta liquidar a quién? Sin embargo, igual logran lo que ellos quieren: provocar pánico y desconfianza a nivel país El miedo se apodera del gobierno. Y, como es sabido, el miedo paraliza.
Por otra parte, la decisión de irse de Chile del ex ministro de Hacienda de la dictadura y Chicago Boy por excelencia, Hernán Bûchi, va en la misma dirección. Provocar pánico. Bûchi constata que el fin primero y último de los multimillonarios es crear un clima paralelo al de la Unidad Popular: emigraban chilenos en masa, por el ambiente de caos y muerte política y socio económica del país. Este es el primer gobierno post dictadura que está intentando hacer transformaciones estructurales para tratar de extirpar la desigualdad y los abusos de poder de este pequeño grupo de privilegiados con mucho dinero e influencia. Quienes, por razones obvias, están en contra de una democracia participativa e inclusiva con igualdad de derechos para todos los chilenos. Tanta amenaza y descalificación es exclusivamente para generar pánico. Lo dramático es que de verdad ellos seguirán subiendo las cifras del desempleo, seguirán disminuyendo la inversión y aumentando la desconfianza y la incertidumbre, haciendo el “gallito” para que no se lleven a cabo las transformaciones. O sea, Chile está, según los poderosos y la derecha política en el fin del mundo: “Apocalipsis now”.
Periodista U.C.
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