No todos los microorganismos se originan de la misma forma. Algunos son particularmente resilientes y pueden vivir sin luz solar, a altas temperaturas y en oscuras profundidades; incluso dentro de la misma corteza terrestre.
Por mucho tiempo se ha creído que los organismos extremadamente resistentes sólo se debían encontrar en ambientes extremos, pero un nuevo estudio publicado en Journal of Geophysical Research: Biogeosciences, revela que a veces, ciertos microbios «traviesos» terminan donde o debieran.
Los microorganismos metanógenos normalmente se encuentran en sistemas hidrotermales ventilados del fondo marino, pero recientemente se descubrió esta clase de seres vivos en vertientes de agua fresca en Sonoma County, California, Estados Unidos.
El agua dulce emerge de una formación de rocas serpentinita, una alteración geológica que indica que por la región han estado circulando fluidos activos de alto pH y de alta temperatura. Los procesos activos de serpentinización ocurren con frecuencia en el subsuelo profundo y dentro de la corteza oceánica y los microorganismos que viven en estas áreas usan sus bioproductos químicos para producir energía. El hecho de que claramente también existan en la superficie, para los científicos es algo totalmente fuera de norma.
«Como nuestra tecnología se está expandiendo, podemos mirar por fuera de los cánones para capturar algunos de estos grupos [de microorganismos]», explica en un comunicado Matt Schrenk, microbiólogo de la Universidad del Estado de Michigan (quien no está involucrado en el estudio). «A medida que empezamos a mirar en algunos de estos hábitats naturales [el subsuelo profundo], nuestra visión del mundo microbiano y de la vida en general, realmente se está expandiendo«, agrega.
Análisis previos del agua sugieren que las altas concentraciones de metano pueden deberse más bien a microorganismos que a procesos químicos no biológicos, incluyendo la serpentinización activa. Con el fin de confirmar esta hipótesis, los investigadores tomaron muestras del agua y las llevaron al laboratorio, donde las expusieron a diversas condiciones.
En las muestras esterilizadas no se produjo metano. Pero las muestras con contenido de microorganismos vivos tenían hasta 650% más metano que las muestras esterilizadas. Al descartar de la ecuación las reacciones de serpentinización, los investigadores concluyeron que este sistema de microorganismos en el agua era responsable de la producción de metano conocida como metanogénesis.
Estos organismos detectores de metano probablemente pertenecen al dominio de las arqueas, microorganismos unicelulares que, a pesar de tener roles ecológicos similares a las bacterias, de hecho son fisiológicamente diferentes.
Este descubrimiento acarrea varias revelaciones. La primera es que los metanógenos (organismos que producen metano) se encuentran en una variedad de ambientes y en diversos lugares del mundo –y posiblemente también en otros mundos; no sólo en un ambiente en particular, como antes se pensaba.
Recientemente se detectó metano en la atmósfera de Marte, y muchos han sugerido que la causa es la serpentinización. Este nuevo descubrimiento microbiano sugiere que es posible que también sean arqueas –en la superficie de Marte o cerca de ella– las que están produciendo metano hacia la atmósfera y que tal vez estas estén en concentraciones de agua con alto pH.
La segunda es que, como estos microorganismos parecen ser capaces de convertir el dióxido de carbono en metano como parte de sus procesos metabólicos, los investigadores del área podrían tener que replantearse sus esfuerzos por capturar el carbono. Usar tecnología para remover el dióxido de carbono de la atmósfera está muy bien cuando se trata de militar contra el cambio climático, pero si éste queda atrapado, en forma de carbonato, en este suelo que contiene metanógenos, se convertirá rápidamente en metano: un gas de efecto invernadero que es mucho menos duradero, pero también mucho más poderoso.
Fuente, IFLScience
Traducción, CCV, El Ciudadano