Pink era un cantante de una banda reconocida, pero sus constantes giras artísticas lo habían separado de sus amistades más cercanas. Se enteró por una llamada telefónica que su esposa lo engañó y para olvidar este trauma decidió acosarse con una groupie. Sin embargo, no pudo, había algo en ella que le enfermaba y en un ataque de ira destruyó su habitación de hotel. En apariencia estaba solo en su cuarto, pero las imágenes de la infidelidad de su amada lo acechaban; la única salida era construir un muro que lo aislara del mundo que tanto lo había herido.
Horas después, entre una serie de sueños, escuchó gritos que le indicaban que era tiempo de irse, Pink había perdido la capacidad de comprender qué era una producto de su imaginación y qué provenía del mundo real. Las voces le aseguraban que estaba inconsciente y una en particular le preguntó por su nombre, todo parecía apuntar a que el doctor lo ayudaría a estar listo para el siguiente concierto. Sólo sintió un pinchazo en el brazo que en teoría lo haría sentir mejor, pero la sustancia simplemente prolongó sus alucinaciones.
Esta es la historia detrás de ‘Comfortably Numb’, canción que inicialmente se llamaba ‘The Doctor’. Según Roger Waters, la letra de esta melodía está inspirada en las dos horas más largas de su vida: antes de iniciar un concierto en 1977, Waters sufrió terribles dolores estomacales que le fueron tratados con inyecciones de tranquilizadores. Agregó que la experiencia de tocar en un concierto cuando apenas podía levantar el brazo lo llevó a imaginar la historia de Pink.
Waters y el resto de los integrantes de Pink Floyd jamás hubieran imaginado que las experiencias y los acordes detrás de esta canción podrían ayudar a personas que sufren dolores similares a los que experimentó el bajista de la banda. Recientemente, un estudio del Hospital de la Universidad de Cardiff, Reino Unido, indicó que ‘Comfortably Numb’ se encuentra entre las canciones más indicadas para escuchar durante una operación quirúrgica.
Han pasado decenas de años desde el tiempo en que las salas de operaciones eran cuartos de tortura. En la antigüedad, al no existir la anestesia, estos lugares se encontraban en la cima de los hospitales, esto con la intención de que otros pacientes no fueran molestados por los terribles gritos de las personas que experimentaban el dolor de una amputación o una trepanación.
Los sonidos indeseables, como los taladros o el crujido de los huesos, todavía se pueden escuchar. Pero ahora en lugar de escuchar horribles aullidos se puede elegir la música que se desee. Para muchos la elección ideal son los clásicos como Mozart, Beethoven o Tchaikovsky, no obstante, muchos optan los los temas creados por Waters, Nick Mason, David Gilmour y Syd Barrett.
Se asegura que esta música ayuda a reducir la ansiedad y mejorar la eficiencia. A estos efectos positivos se suma la experiencia de los pacientes que están sujetos a la anestesia local, ya que un tercio de los que experimentaron de las melodías aseguraron que sus niveles de ansiedad eran mucho más bajos.
Prueba de estas afirmaciones es la experiencia de la doctora Carolina Meads, quien aseguró que el álbum “Dark Side of The Moon” le ayudó a calmar su dolor tres horas después de su cirugía de cadera. Agregó que los efectos de escuchar a Pink Floyd fueron sorprendentes, tomando en cuenta que no recibió ningún tipo de calmante al finalizar la intervención quirúrgica.
A esto se le agregan las ventajas de escuchar música, la dopamina, un neurotransmisor asociado con el placer, alcanza niveles sumamente altos cuando hay de excitación emocional provocada por la música. Estos beneficios se manifiestan en la educación de la niñez y en la mitigación de ciertos trastornos del cerebro.
Estos datos demuestran que los efectos de la música va mucho más allá del placer inmediato que nos provocan en una primera instancia. El arte de Pink Floyd no sólo nos ha regalado melodías únicas, también nos ha presentado portadas de discos que ocultan historias fascinantes.
Fuente: CulturaColectiva