Hemos sido espectadores-as de una campaña realizada por una productora, que aparentemente no recibió ninguna asesoría técnica de profesionales expertos-as en violencia contra las mujeres. Pareciera ser que nadie les explicó que este conflicto no debe ser resuelto con más violencia. Una mujer víctima de maltrato, que ha aprendido a sobrevivir con un agresor sabe medir el grado del riesgo que significan cada una de las acciones de éste; tratarlo con el apelativo «maricón», de la manera como lo hace la campaña de Sernam, podría claramente significar su muerte.
No contentas con esto, las nuevas autoriades del Sernam, desde sus prejuicios –los que pueden ser legítimos si estas personas no tuvieran la responsabilidad pública de diseñar y dar seguimiento a políticas de igualdad entre hombres y mujeres– encargaron posteriormente una encuesta para darle un grado de autoridad –a través de quienes han delegado su poder para ser gobernados-as- a la campaña en cuestión.
El sondeo del Cesop y Publimetro revela que el 75,7% de los-as encuestados-as consideran esta campaña como buena o muy buena y que la expresión de “maricón” es considerada un calificativo justo para quien abusa físicamente de su pareja (58,7% de las respuestas).
Vale entonces preguntase, a partir desde el más convencido análisis que la campaña es pro violencia y homofóbica, si a partir de esta acción de legitimar medidas políticas diseñadas desde el prejuicio se está pretendiendo hacer el bien y de una muy mala manera –contrario a lo solicitado por el Presidente Piñera.
La violencia contra las mujeres es una problemática compleja de trabajar en su erradicación porque está sustentada por prejuicios y construcciones socio-culturales que históricamente quienes han trabajado en esta problemática han tratado de romper.
Si pudiéramos resumir en dos párrafos otra de las acciones de la nueva forma de gobernar, podríamos decir:
El fin: erradicar la violencia contra las mujeres, no justifica los medios: uso de campañas pro violencia y que violentan simbólicamente “la diferencia”.
El fin: legitimar una muy mala campaña, no justifica los medios: legitimar a través de encuestas algo tan errado, dando cuenta de una clara improvisación en el tratamiento de esta problemática porque no hay un proyecto claro de cómo trabajarla.
Por Natalia Flores
Secretaria Ejecutiva Observatorio de Género y Equidad